Las gotas de agua de lluvia hacían eco, sumadas a un enorme silencio que a veces era roto por uno que otro relámpago. En las costas de Tatarasuna, un silencio se adueñaba del lugar. Las lanzas de los soldados del ejército de la Shogun se hallaban en el suelo, cubiertas de barro.
A tan solo metros de la desolada escena, se encontraba Izuku, su brazo derecho aún extendido en la dirección de su devastador Delaware Smash. Rayos verdes envolvían su figura, iluminando su piel con un resplandor sobrenatural que contrastaba con la sombría atmósfera.
Detrás de él, sus compañeros se mantenían en silencio, sus rostros reflejando una mezcla de incredulidad y asombro. Aether y Paimon observaban con los ojos muy abiertos, apenas creyendo lo que acababan de presenciar. Gorou, con su arco aún en mano, respiraba profundamente mientras sus pensamientos trataban de alcanzar la magnitud del poder que Izuku había desplegado. Kokomi, con su serenidad característica, no podía ocultar la admiración en su mirada. Beidou y Kazuha, compartían una expresión de respeto hacia el joven peliverde, sumado a un asombrado Teppei.
El aire vibraba con la energía residual del ataque, mientras las gotas de lluvia parecían ralentizarse a su alrededor, suspendidas en el tiempo. La figura de Izuku se erguía imponente, un faro de esperanza y poder en medio de la devastación, dejando claro una vez más por qué la propia Shogun Raiden lo quería capturado a cualquier costo.
Tras unos minutos después de lo sucedido, los soldados de la resistencia se retiraron, varios heridos y otros no tanto, más que cansancio, yéndose a la base a descansar, dejando solo a los más importantes.
Después de que se retiraran, todos estaban reunidos en círculo, la tensión se había reducido en cuanto la primera en hablar fue Su Excelencia.
Saludos, Izuku y Aether. Esta es la primera vez que nos vemos, así que permítanme presentarme.–diría con un tono de voz relajado y confortante que hizo que la tensión en el aire casi se esfumará.–Soy Sangonomiya Kokomi, organizadora de la resistencia y también la Sacerdotisa Divina de la Isla Watatsumi. Quizás sea la primera vez que oyen ese título... En pocas palabras, estoy a cargo de la Isla Watatsumi, que también es la sede de la resistencia.
Izuku y Aether asintieron sutilmente, asimilando al instante la información.
A decir verdad, he escuchado mucho de ustedes dos, Beidou y Kazuha. No esperaba que terminaran uniéndose.–diría Kokomi viendo a los dos antes mencionados con algo de sorpresa, para luego centrar su atención en Izuku y Aether nuevamente.–¿Cuáles son sus planes posteriores?
Que yo sepa, no tenemos ninguno.–respondería Aether, negando, mientras el peliverde le daba la razón.
En ese caso, ¿les parece si continuamos nuestra conversación en el Santuario Sangonomiya?–preguntaría con una pequeña sonrisa.–Como verán, aunque el ejército de la Shogun se haya retirado, la guerra está lejos de terminar. El Decreto de captura de Visiones no ha sido derogado, ni la Comisión Tenryou ni la Shogun Raiden muestran signos de parar, lo que se traduce en que los problemas aún siguen. Es por eso que sugieron que vayamos al santuario a discutir nuestro siguiente plan de contraataque, ¿qué dicen?
El trío se miró, y después de unos segundos, aceptaron ir al Santuario Sangonomiya para discutir el siguiente plan.
Este... ¿Podría ir yo?–Teppei preguntaría inesperadamente.–Conozco muy bien la Isla Watatsumi. Podría seguir siendo su guía.
¡Claro! Nunca está de más tener a alguien que nos guíe para no perdernos.–Izuku respondió con una sonrisa.
Gracias por todo lo que has hecho, Gorou.–Kokomi agradecería al general.–Nuestras fuerzas son más débiles que el ejército de la Shogun, y seguramente te puse en una situación estresante en mi ausencia. Lamento eso, pero debo pedirte que te quedes un poco más para vigilar el ejército de la Shogun y atender los heridos. Les pediré a los mercenarios que permanezcan aquí. También contamos con Kazuha, espero y eso reduzca la carga.
ESTÁS LEYENDO
Las Memorias Perdidas De Un Héroe
FanfictionLas memorias, esa asombrosa habilidad humana para atesorar los momentos y revivirlos, incluso después de décadas, son fundamentales para nuestro crecimiento y evolución. Nos definen, nos conectan con nuestro pasado y nos guían hacia el futuro. Pero...