Peticiones

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El sol emergía gradualmente sobre el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras daba inicio a otro día en Inazuma. Sus rayos acariciaban suavemente los techos de los edificios y los enormes pilares que se alzaban en la ciudad, creando una escena tranquila y serena que contrastaba con la energía y la actividad que pronto llenarían las calles.

Los primeros destellos de luz del amanecer iluminaban los rincones más oscuros de la ciudad, disipando las sombras de la noche y revelando poco a poco los detalles de la arquitectura única de Inazuma. Las calles estaban desiertas por el momento, pero el bullicio y la vida pronto despertarían en cada rincón de la ciudad.

El suave murmullo del viento se entrelazaba con el canto de los pájaros, creando una melodía suave y armoniosa que acompañaba el comienzo del día. Los ciudadanos de Inazuma comenzaban a despertar y prepararse para enfrentar las actividades diarias, mientras el sol ascendía lentamente en el cielo, prometiendo otro día lleno de oportunidades y aventuras en esta tierra llena de misterio y belleza.

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Izuku abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso del sueño desvanecerse gradualmente. Al principio, todo estaba borroso, pero a medida que se despertaba por completo, la habitación cobraba claridad ante sus ojos. El techo se extendía sobre él, recordándole que estaba de vuelta en su habitación.

Un bostezo escapó de sus labios mientras se estiraba perezosamente, sintiendo los músculos desperezarse después de una noche de descanso. Con un suspiro, se levantó de la cama, listo para enfrentar los nuevos desafíos del día.

Los recuerdos de la noche pasada llegaron a su mente en lo que se arreglaba. Tras haber llegado a la ciudad de Inazuma, notando lo tarde que ya era, decidieron esperar hasta mañana para poder seguir avanzando, después de todo, dudaba que Thoma estuviera con aquélla chica llamada Ayaka.

Tardaron un poco, pero habían podido encontrar una casa en la que podían hospedarse por el tiempo que fuera necesario, no era un casa lujosa o algo por el estilo, simplemente un hogar qué les pudiera dar lo necesario para poder pasar la noche. El hogar en cuestión estaba ubicado en el centro de la ciudad, por lo que llegar a los diferentes puestos del lugar era solo cuestión de menos de 10 minutos.

El joven se movió con determinación, cumpliendo con sus rutinas matutinas para luego estar listo para enfrentar el día. La habitación, aunque austera, ofrecía las comodidades básicas, incluyendo un espejo que pendía en una esquina. Se acercó a él y se detuvo frente a su reflejo, observando con atención las facciones que lo devolvían.

En su rostro, notó la incomodidad y la inseguridad que se reflejaban en sus ojos. Desde que había tenido aquel sueño inquietante, se encontraba inmerso en un conflicto interno. Las visiones que había experimentado y las preguntas que surgieron de ellas lo atormentaban constantemente. No le gustaba fingir, nunca lo había hecho, pero sabía que debía hacerlo para evitar preocupar a sus amigos.

Se preguntaba si su actitud era egoísta. ¿No debería permitir que sus amigos lo ayudaran en su búsqueda de respuestas? Pero, ¿qué podrían hacer ellos si ni siquiera él mismo entendía su pasado?

Izuku dejó escapar un suspiro de rendición, consciente de que no podía permitir que esas emociones turbulentas interfirieran con su día. Con un esfuerzo consciente, cambió su expresión a una más tranquila y familiar, la que solía usar en situaciones cotidianas: animada, amable, tranquila, inocente, y sus tipicos nervios y sonrojos. Sabía que si permitía que esas emociones y pensamientos lo dominaran, estaría constantemente distraído y llamaría la atención sobre sí mismo. Por lo tanto, se esforzó por suprimir esas emociones y mantener su enfoque en el presente.

Las Memorias Perdidas De Un Héroe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora