Capítulo 7

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Me volví a despertar en la misma posición en la que me había dormido. Mi cabeza enganchada a su pecho, escuchando así sus latidos pausados, creando un compás. Se estaba cómodo en sus brazos y eso, se me hacia un poco raro, no era de esas chicas que se sentían a gusto con la primera persona que pasaba por mi lado, y esa era la primera vez que me sentía a gusto con alguien que conocía hacia un poco mas de 24 horas, y que para colmo no habíamos tenido un encuentro muy positivo.

Me removí un poco, no sé con qué intención la verdad, puede ser que, para despertarlo, para salir de ese abrazo que me empezaba a causar escalofríos, o porque me empezaba a morir de calor. Su brazo que estaba posado en mi espalda se tensó, haciendo que el agarre fuera mas fuerte. Que pesado. Cuantas veces habíamos pasado ya por esa situación. ¿Tres? Volví a removerme, esta vez con una intención clara, dejarle claro que yo no pertenencia ahí, y que lo que había hecho unas horas no tenía que volver a pasar. Intente girarme, pero por mas que lo intentara sus brazos no se movían, seguían estando en la misma posición todo el puto rato. ¡Que frustración!

Mentirosa, te encanta.

No. No y No. Ni de coña

Lo que tu digas, pero cariño soy tu conciencia a mí no me engañas.

Me moví unas cuantas veces más, hasta que escuché un gruñido proviniendo de mi capturador. Ya lo había despertado. ¡Vamos! Él también se removió, todavía sin dejar de abrazarme. Mire hacia arriba donde se encontraba su cara, todavía con los ojos cerrados y con una sonrisa maliciosa en sus labios.

- ¿Todavía no has aprendido la lección conejita? Yo sigo encantando de repetir lo que hemos hecho antes. Pero te advierto que esta vez he sido dulce, pero a la próxima- Dijo moviendo la cabeza de un lado a otro, haciendo que su pelo negro ya despeinado, se despeinara mas de lo que ya estaba- No lo seré tanto.

- No lo serás tanto porque no va a volver a ocurrir- Dije molesta, intentando irme de su abrazo.

- Eso no lo decides tu. Lo hago yo. Si te portas mal te voy a castigar y si te portas bien te recompensare- Dijo abriendo sus ojos, que tenían un punto de diversión. Esquive su mirada, no la soportaba, me causaba una sensación extraña en el pecho, pero a la vez, tenia miedo. No era una buena combinación, eso os lo aseguro, porque en esos minutos mis dos neuronas que me quedaban habían dejado de funcionar- Mírame- Ordeno, cogiéndome el mentón para que lo mirara- No me tengas miedo mi amor, yo no te voy a hacer daño- Dijo con una mirada de súplica. Se me removió el estómago. No lo soportaba.

Ya, sigue diciendo eso.

- ¿Me dejas ir al baño? - Dije con un tono cansado moviéndome, el me miro furioso.

- No. – Dijo el en un tono similar al mío- ¿Porque debería hacer eso?

- ¿Porque me estoy meando, puede ser? - Dije en un tono sarcástico.

El resoplo y abrió un poco los brazos, dándome a entender que estaba empezando a ceder, pero que todavía no lo había hecho del todo.

-Me dejas ir contigo- Dijo el pulgoso- No me llames pulgoso- Apretó el agarre del abrazo- O no te dejo ir al baño.

- Vale, no te diré pulgoso, te diré lobito. ¿Contento? - Me dirijo una mirada furiosa, como si no le gustara lo que le acababa de decir, pero él no contaba que tenia la cara enganchada y podía escuchar su corazón latir ferozmente, como si de verdad le hubieran afectado esas palabras.

- Créeme que ahora necesito una ducha más que tu- Dijo. No entendía. De verdad, lo intenté con todas mis fuerzas, pero no pude. Le dijí una cara de desconcierto y el aclaro- Me la has puesto dura pequeña.

MÍA Y SOLO MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora