Paré a descansar un momento detrás de uno de los árboles, intentando regular mi respiración. Nunca creí que los ejercicios del profesor de gimnasia me llegaran a servir, pero ahora, que estaba escapando de un lobo que me podía oler a kilómetros, empezaba a agradecer esas vueltas de más que nos hacía hacer.
Un ruido hizo que me pusiera completamente enganchada a uno de los árboles, clavando su corteza llena de vida en la espalda. Esperé a que apareciera Liam, pero no paso, sino que un pequeño animalito blanco se asomó entre los matorrales, haciéndome esbozar una sonrisa, y relajar los bombeos de mi corazón.
Al contrario de lo que había pensado, el conejo se acercó amistosamente a mí y me olió uno de mis pies descalzos, un poco magullados por alguna de las piedras que había por dentro del bosque. Me agaché un poco, y suavemente, acerqué mi mano al animalillo que estaba enfrente mío.
Sus ojos negros parpadearon y se aclocaron, intentando descifrarme, al final, su cabeza se acercó a mi mano y su suave pelo me hizo cosquillas. Cogí al pequeño conejo en brazos y me lo acerqué a mi pecho. El mamífero aceptó gustosamente mi tacto y se hizo una bolita en mis pequeños brazos. Me senté en las raíces del árbol y lo acaricié lentamente, dejándome llevar por su suave pelaje blanco.
A lo lejos escuché un sonido, y el animal saltó de mis brazos y corrió a esconderse entre los matorrales de los que había salido.
Mierda, Liam.
No me cabía duda de que era el quien estaba viniendo, y asechándome entre los árboles. Decidí correr en sentido contrario, notando la hierba y las piedras que tocaban mis pies. Volví a parar un tiempo después, cuando tuve que volver a regular mi respiración para seguir corriendo en dirección contraria.
El sonido de los pájaros era relajante, pero sin previo aviso, una voz ronca envolvió todos y cada uno de mis sentidos.
- Ay conejita, no sabes lo que haré cuando te cacé.
Un pequeño escalofrío me recorrió entera, recordando cada uno de los momentos íntimos con Liam, los besos, las noches... Escuché un gruñido proveniente de quien ahora mismo, tenía el control sobre todos mis pensamientos. Sentí sus pasos acercándose hasta donde estaba yo, y mi mente reaccionó antes de que pensara en las consecuencias.
Sabía que no saldría ganando de todos modos, pero no iba a vencerme tan rápido.
Estas loca.
Y así, sin más, me heche a correr por tercera vez, sabiendo que Liam me vería y que me seguiría. Mis pies intentaron hacer el mayor esfuerzo para avanzar, pero todos mis esfuerzos parecían en vano comparadas con las grandes zancadas que provenían de detrás de mí.
Sabía perfectamente que el lobo podría haberme cazado ya, pero que no lo había hecho, sabia también, que no tenía oportunidad, pero, siempre podíamos jugar.
Escuché la risa de Liam, y de pronto un peso cayó sobre mí, haciéndome caer al suelo.
-Ya me he cansado de perseguirte, quiero hacer otra cosa- Gruño Liam encima de mí, con el ceño fruncido, oliendo el aire y observándome con esos orbes azules que iluminaban completamente mi vista.
¡Ja! Sigue soñando que me voy a dejar vencer. Ni de coña.
-Oh, hola, ¡Mark! - Me escuché decir antes de que mi cerebro reaccionara. Liam gruñó y se giró, esperando ver al supuesto sujeto que me había inventado. Ante esa pequeña distracción salí de debajo suyo con un gesto hábil y volví a correr en dirección contraria.
Volví a escuchar los pasos de Liam a mis espaldas y su suave gruñido que se mezclaba con el pequeño murmullo del viento.
Unos brazos me cogieron ágilmente de la cintura y me colocaron en la espalda de alguien. Escuché la risita de Liam, y me desplomé en su hombro, intenté repetidas veces bajarme de sus brazos, pero mis piernas no daban para más.
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MÍA Y SOLO MÍA
LobisomemLa vida no puede cambiar con solo una palabra, ¿no? Pues yo no creo eso, desde que me mude y un hombre me proclamo como suya todo cambió. Y si, todo puede cambiar con una sola palabra " mi luna". ¿Yo solo era una chica normal, de las que les gust...