-Un rumbo diferente-

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Harry había despertado de una pesadilla nueva, si hay que referirse desde que regresó en el tiempo, en la que veía a su madre ser golpeada por el Avada Kedabra que le lanzó Voldemort para después morir. La sensación de que ese sueño no era un sueño si no una realidad, causó que Harry se sentara de golpe en la cama y mirara alerta en todas direcciones de su cuarto.

Afortunadamente, todo se encontraba en orden.

Cerró los y tomó aire, cayó de nuevo en la cama y miro el techo. Era un bebé cuando sus padres murieron, por ende, no debería recordar verlos, más allá de que los Dementores le hayan hecho escuchar los gritos de su madre suplicándole a Voldemort que no le hiciera daño. Sin embargo, el recuerdo no vino desde sus ojos, más bien de un tercero en el cuarto aquella noche. Pudo ver a través de los ojos de Voldemort ese día trágico.

Su mente formuló la pregunta: "¿Vuelvo a tener parte de su alma encerrada en mí?", era muy probable. De lo contrario, los dementores no deberían haberse acercado a él con la frecuencia que lo hicieron en el tercer año. La idea de tener que destruir los Horrocruxes, que están a su alcance y evitar los problemas en el futuro, resonó en su mente como un estallido. 

Refregó su cara con ambas manos y las dejó caer de nuevo en el colchón, mira a su derecha encontrando a Hedwig mirándolo atenta y con curiosidad. Le sonríe y ahí es cuando se percata de algo que lo alarmó: la posición de la luz del sol no estaba en la que tendría que estar a las siete de la mañana. Había más sombra que luz en su cuarto y eso solo podía significar una cosa: se quedó dormido desde que regreso de Hogwarts. Miró el reloj de su mesita y este marcaba las doce del mediodía; suficiente tiempo como para que cualquiera de sus dos tíos hayan entrado y gritarle que se levantara para hacer sus deberes.

Se levantó de un salto de la cama, abrió su closet para buscar ropa decente, pese a que la mayoría era de Dudley y le quedaba muy grande, y bajó corriendo las escaleras para iniciar el día. Le faltaron dos escalones para llegar a la sala, cuando escuchó a alguien silbar plácidamente en el jardín delantero de la casa, acompañado del ruido de la podadora cortando el pasto largo. Harry se detuvo y miró a través de la ventana y vio a su tío Vernom.

-Buenos días -dijo tía Petunia de un modo que hizo sentir asustado a Harry.

Su tía estaba mirando una revista en el gran sofá y escuchó a Harry bajar de las escaleras. Harry se tenso al recordar que sus tíos estuvieron muy amables desde que lo fueron a buscar en la estación. Tanteo el bolsillo de su pantalón por si acaso y no sintió su varita por ningún lado.

-Buenos días -respondió tratando de asimilar las cosas-. Perdón por despertar tarde...

-No tienes porque pedir perdón -dijo tía Petunia dejando a un lado su revista-. Dumbledore me envió una carta en octubre, diciéndome que entraste en ese torneo peligroso...

-Claro -pensó el pelinegro-, sólo a él se le hubiera ocurrido intervenir de ese modo.

-Me... Estuvimos preocupados cuando leímos la carta... Creo que la tengo por aquí -dijo y se puso a mover las demás revistas hasta llegar a un folio que contiene la carta dentro-. Léela, si quieres.

Harry toma la carta y la abre para leer el contenido. Efectivamente, Dumbledore les escribió para contarles que alguien había manipulado el torneo para que él entrara e intentaran matarlo en el proceso. Pero le llamó la atención el último párrafo de la carta:

"Sé que no lo quieres, Petunia, pero a Lily le hubiera encantado que conocieras a Harry mucho más de lo que tu te permites hacer. Es tu sangre, es el hijo de tu única hermana, ámalo como a tu hijo y esposo. He visto a Harry y me pone triste el hecho de que me diga que prefiere estar en Hogwarts a querer estar con ustedes. Ustedes aceptaron cuidarlo, pero no del modo que yo esperaba".

Harry Potter: Una Nueva Oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora