-Mágicas vacaciones-

977 123 3
                                    

Con las vacaciones ya empezadas, Harry se entretenía a base de los libros que no termino de leer en el ciclo lectivo pasado. Y, como los Dursley lo encerraron en su cuarto para que no haga nada por el estilo que los ponga en riesgo a ellos, decidió terminarlos y en el futuro practicarlos. Sin embargo, el otro entretenimiento que lo hizo feliz durante las semanas transcurridas que estaba encerrado en su cuarto, las llamadas de Hermione y Ron lograban ponerlo contento en varios sentidos.

Leía el libro de transformación que McGonagall les pidió conseguir para ese año. De manera increíble, el libro logró llamar su atención y estaba tratando de entender todo sobre los animagos. Esto debido al recuerdo de que su padre y Sirius se hicieron animagos, no registrados por el ministerio obviamente, para poder ayudar a Lupin con su problema de licántropo durante su tiempo en Hogwarts. Se imaginó a él convirtiéndose en un ciervo y moverse por varios sitios sin que las demás personas supieran que era él.

Y eso lo llevó a tener una idea magnífica, al menos para él: si él y sus amigos, los que quieran, quieran transformarse en animagos ilegales, lograran pasar desapercibidos cuando estén en la búsqueda de los Horrocruxes en el futuro. Una manera de moverse sin que los encuentren y sin tener que preocuparse. Claro está, que la primera en negarse a hacer semejante cosa era Hermione, ya que ella prefiere seguir las reglas y no romperlas; aunque lo hizo en ocasionas anteriores, pero no se olvida esa noche de primer año en la que los regaño:

-Si no les importa, me iré a la cama antes de que se les ocurra otra idea y nos maten a todos... O peor, ¡que nos expulsen!

Harry rio al recordar que él y Ron se quedaron quietos en su lugar mientras veían a Hermione irse por las escaleras a su cuarto. Ellos lo hicieron después, no sin antes buscar algo que comer.

~.~.~

Los días siguieron avanzando. Días soleados y lluviosos, cálidos y agradables, fríos y nublosos, ventosos y ardientes. Para esa parte del verano, Harry dejo de leer los libros y se puso a leer libros que Hermione le recomendó de las bibliotecas que estaban no tan lejos de dónde ella vive. Algo que para Harry significaba que estaban a más de quince minutos, tal vez mucho más, del N°4 de Privet Drive y no le puede pedir a Vernom que lo lleve hasta ahí.

Por otra parte, la relación con su primo se volvió muy extraña desde que llegó. Se preparó mentalmente para ser recibido por el molestó de Dudley, al que recordaba como una enorme ballena para aquel año, pero resultó muy diferente a lo que esperaba. Su primo se mantenía lejos de él y no hacía ni por mirarlo. No es que le importe, pero si le llama la atención el hecho de que no lo estuvo molestando como lo hubiera hecho antes.

Para su buena suerte, los Weasley se encargaron de enviarles comida a través de la nueva lechuza de Percy, porque la señora Weasley creía que sus tíos lo estaban haciendo pasar hambre. Algo que no es del todo cierto. Le servían la comida, pero no en las cantidades que se sirven Vernom o Durdley todos los días. Ron le enviaba cartas todo el tiempo para poder tener conversación y matar, de alguna manera, más rápido el tiempo. Ron demostraba en cada carta que el enviaba a Harry que está muy ansioso de que su padre consiga las entradas para alguno de los partidos del Campeonato Mundial de Quidditch.

~.~.~

Durante la noche de un jueves, luego de que haya llovido y refrescado un poco, Harry estaba colgando de la cama por el aburrimiento; su cabeza colgaba del costado de su colchón, mientras que el resto de su cuerpo se hallaba sobre la cama. Dejó entreabierta la ventana del cuarto para que le llegue algo de viento para no sofocarse al estar encerrado tanto tiempo. Hedwig se encontraba en su jaula dormida y recibiendo el viento nocturno, pasando a través de sus plumas blancas.

Harry Potter: Una Nueva Oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora