3. Cambios y decisiones

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Yennevie

No se por cuánto tiempo condujo, el hecho es que llegamos a un estacionamiento bastante grande en donde Levi abandonó la motocicleta, cerca de ahí había un centro comercial, habían muchas cosas que no sabía pero de lo que estaba segura era que necesitábamos efectivo por cualquier situación, algo me decía que no íbamos a poder usar las tarjetas por mucho tiempo, si había logrado interferir los teléfonos solo era cuestión de tiempo para que Eren también rastreara nuestras tarjetas.

–¿Estás consciente de que los cajeros tienen límite?

Dijo Levi con ese tono tan "amigable" característico de él.

Solo necesito algo de efectivo, no estoy pidiendo todo el dinero de mi tarjeta genio.

–Tch, conociéndote no me extrañaría, eres una niña mimada dudo mucho que seas capaz de estar sin comprar por más de cinco minutos.

Mis ganas de disparar eran muchas pero no gastaría las pocas balas que me quedaban en él, me acerqué al cajero y mientras sacaba la mayor cantidad de dinero que el aparato permitía me rasque la cabeza, las extensiones de cabello que había usado para disfrazarme en el restaurante estaban comenzando a fastidiarme, guardé el dinero en el bolsillo de mi chaqueta, (porque para esto durante la huida del restaurante mi bolso quedó atrás) y mientras esperaba que el chico retirara también algo de dinero me quité las extensiones blancas.

–Creí que jugarías a ser Cruella de Vil toda la noche.

Se burló mientras me observaba, solo negué con la cabeza y deposité las extensiones en un basurero cercano, pero sus palabras aunque fastidiosas me habían dado una idea, técnicamente los hombres de Eren estaban persiguiendo a un hombre vestido con traje y a una imitación moderna de Cruella, pero si cambiábamos un poco nuestra apariencia al menos podríamos andar de forma más libre por los alrededores en lo que conseguíamos una forma de comunicarnos con nuestra gente.

Tengo una idea...

El me vio con una mirada fría pero estuvo dispuesto a escuchar, eso fue raro sinceramente.

Le expliqué mi plan de la formas más clara posible, su rostro no mostró muchas emociones durante toda la explicación, pero cuando termine de hablar su tono repelente y desagradable apareció.

Levi
Debía de estar bromeando, nos estaban cazando y ella quería ir de compras y jugar a disfrazarse.

–Esa es una de las ideas más tontas que he escuchado, ¿cómo esperas que cambiando de ropa mágicamente no nos reconozcan?

Me vio con mala cara y resopló, me veía como si el tonto aquí fuera yo, y eso solo me irritaba más.

–Tú no tendrás tanta experiencia porque todo el tiempo luces igual pero yo estoy acostumbrada a modificar mi apariencia de forma que poca gente llega a reconocerme, no solo es cambiar de ropa, es cambiar todo de tu apariencia y de tu lenguaje corporal, tu tono de voz incluso tu forma de caminar.

–No voy a perder el tiempo de esa manera Yennevie.

–Pues si no quieres no vengas, pero yo no me voy a arriesgar a ser reconocida por alguno de los hombres de Eren y menos me voy a estar escondiendo como una rata en callejones oscuros y desolados, yo no me apellido Ackerman.

Ni siquiera me dejó responderle, solo se dio la vuelta y comenzó a entrar al lugar, ¡bien! si se quería ir sola podía hacerlo yo no tenía que cuidarla, pero la luz del día estaba comenzando a salir y el centro comercial no sonaba a un mal refugio, al menos podría comer algo. Comencé a caminar hacia la entrada, avancé por la plaza y vi como lentamente entraba a un salón de belleza y...
¡¿PORQUÉ DEMONIOS LA COMENCÉ A SEGUIR?!
Tengo la teoría de que mis pies se movieron solos o todo el estrés comenzó a afectarme más de lo que creía, el punto es que apenas estaba entrando al establecimiento cuando dos mujeres se acercaron a mi, una parecía ser una empleada y la otra definitivamente era la dueña del lugar por cómo la trataba.

Ruta de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora