15. Mentiras Pt.2

65 15 3
                                        

Yennevie

Él se quedó callado, me vio de reojo y pareció volver a sentir ira en contra mía, pero en este momento yo no quería lidiar con eso, no quería existir si quiera, mi propio padre ¿sería capaz de matar a sus hijos y a su esposa solo para no perder el poder de la estúpida mafia?

Prefiero creer que mientes antes de aceptar que mi padre sea capaz de hacer una cosa así...

–¿Eres igual a él verdad?

–¿Qué?

–Solo te importa el poder, solo te importa tu puesto asqueroso y su aprobación absurda...

–Levi...

–Ya no importa Yennevie, yo te he dicho la verdad pero no vas a creer en mi, creo que ahora puedo explicarme el porque hiciste lo que hiciste hace años...

–¿Lo que hice?

¿Qué de todo? No me dejo preguntar más, fue tan rápido, en un momento me empujó contra la pared y presionó mi cuello.

¡Levi suéltame!

Empujé su mano pero su agarre se hizo más fuerte, me dolía mucho, sus uñas parecían estar desgarrando mi piel y me costaba respirar.

Te deshiciste del único obstáculo que quedaba para que ascendieras al poder libremente, todo por complacer al idiota de tu padre.

–Levi por favor no comprendo que...

–¡La mataste! Mataste a la única mujer que he amado, todo por ambición y por una confusión, por que acusabas a mi familia de la muerte de tú madre y hermanos, porqué querías tener más poder para vengarte, eres una...

–¡Levi espera, de verdad no entiendo de quien hablas, no he matado a nadie para llegar a donde estoy, siempre he sido la heredera directa para asumir el control!

–¡Leonor Silverblade, la hija mayor de Marino era la segunda sucesora, y tú la eliminaste!

–Estas completamente loco...

Intenté patearlo pero solo presionó más fuerte mi cuello.

Sí, tal vez lo estoy...

El nombre que había mencionado, hizo un eco en mi interior, me costó un poco recordarla habían pasado años.

–Leonor...

Tosí un poco mientras sentía que la vista se me nublaba, ya de cualquier forma mi respiración era mala por el tema de los cigarros, en esta situación si no hacía algo pronto no iba a contarla.

–¡No digas su nombre Yennevie, no lo manches con tus...!

–Está viva maldito imbécil...

Exclamé a duras penas pues la voz me estaba comenzando a faltar, pero eso causó el efecto que esperaba ya que su rostro palideció y aproveché para empujarlo, él cayó de espaldas y yo recuperé el aire, no hubo nada más, solo silencio interrumpido únicamente por mi tos, sus ojos también se cristalizaron, esto era una pesadilla.

¿Dijiste la única mujer que has amado?

–¿Dijiste la única mujer que has amado?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ruta de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora