CAPÍTULO 8

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Nate

–¿Ya te vas? –le pregunto a Cassie en cuanto sale de la habitación de Eloise.

–Sí. Tengo que hacer compras.

–Pero podrían...

–Lo se, lo se. Nadie me reconocerá.

Saca de su bolso unas gafas de sol y una gorra. Se recoge el pelo en una coleta vagamente hecha.

–¿Ves?

–Será mejor que te acompañe.

–No, tú quédate cuidando de Eloise. Y a partir de ahora no vengas tanto a mi casa, y encárgate de ella. Te necesita aunque no lo quiera reconocer.

–Cassie, su novio murió, sólo le doy espacio.

–El mío también, y mucho espacio no es que me hayas dado.

No puedo creer sus palabras.

–Que forma más egoísta de agradécermelo. –opino.

–Nate, quizás deberías dejar de venir. Quizás deberías vivir tu vida y yo la mía, por separado.

–¿Qué estás diciendo?

–Esto. –nos señala a los dos. –Esto no está bien.

–¿El qué no está bien? –subo el tono.

–¡Tú y yo, Nate!¿No ves que no puedo? Es demasiado para mí.

–¿El qué?

–Lo que tu quieres de mí. Lo que tú esperas de mí. Jamás podrás tenerlo, Nate, porque jamás estaré preparada.

–Quizás si fueras más específica...

–No puedo enamorarme de ti, Nate.

Siento que una estaca me atraviesa el corazón.

–No puedo verte entrar a mi casa, todos los días, y pensar que lo estarás haciendo durante años, porque te conozco, y te aburrirás de mí. Es mejor que lo dejes ya y vivas tu vida. Podremos ser amigos y quizás...

–¿No ves que no puedo ser tu amigo?

Me prometí tener paciencia, pero cada día me duele más que no me vea igual que la veo yo.

–Nate. Para.

–Cassie.

Cameron estaba delante, pero a ninguno de los dos nos importó.

–Esto es egoísta, Nate. Y no volveré a ser egoísta. Y no permitiré que nadie lo sea sobre mí.

Coge de la mano a Cameron e intenta salir por la puerta, pero me interpongo entre ella.

Ella pone los ojos en blanco para no mirarme.

–Nate. –dice muy seria.

No tiene miedo. No teme hablarme mal, ni mandarme callar si ella lo quiere. Ya no tiene miedo de nada.

–Te dejaré salir, pero antes escúchame. No voy a dejar de ir a tu casa para cuidar de Cam y de ti. No voy a dejar de hacer la compra en días nevados, no voy a dejar de haceros la comida, y no voy a dejar de esperarte, ni de protegerte, ni de... –cojo aire. Quiero decírselo, pero sé que en cuanto lo haga huirá de mí. Y creo que ha entendido lo que quería decir. –Porque me importas, Cassandra. Así que no me pidas que te abandone, porque no lo haré. 

Todo lo que nunca te dije| segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora