CAPÍTULO 28

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Cassandra

La luna empujó al sol y se hizo la noche. Me quedé contándole un cuento a Cam hasta que cayera en el sueño y me fui al salón, donde vi a Nate tomando asiento en el sofá.

A pesar de estar en pleno enero, él iba en manga corta. Yo en cambio llevaba tres camisetas y un polar.

–¿No tienes frío? –cerré la puerta del dormitorio de mi hermano.

Él me mira. Se ríe por como voy vestida, y entiende la pregunta.

–No.

–Tengo polares de sobra si quieres...

–Ya veo. –sonríe.

Alcanzó una almohada y se la lanzó a la cara. Él ríe, cubriéndose con los brazos.

–No te preocupes, estoy bien.

–Vale.

–Duérmete, ya te despertaré cuando sea tu turno.

–¿Pretendes que me lo crea?

Él se encoge de hombros.

–Lo he intentado.

Esbozo una sonrisa.

–¿Duermes poco? –pregunto más bajo.

–La noche es muy larga.

–¿Cuánto sueles dormir? –me preocupo.

Lo veo tragar saliva y mirar sus manos. Y por un momento veo mi reflejo en él.

–Cuatro o cinco horas.

Abro mucho los ojos. No lo sabía.

–Desde que murió mi madre duermo muy poco.

–Lo siento, yo...

–Mi madre me ayudaba a dormir, aunque suene patético.

Vaya. No esperaba que me lo dijera, y menos eso.

–No es patético. –le aseguro.

Él aparta la mirada y la pone en cualquier sitio.

–Tenía problemas para dormir a los quince años. –se burla de sí mismo.

–Todos tenemos problemas.

Se calla.

–Ya. –es lo último que dice.

Me quedo mirando como el fuego de la chimenea cruje sobre la madera.

–Cassie. –me llama.

–¿Mm?

–Mis padres peleaban todas las noches. Todas desde que nací. Jamás me acostumbre a los gritos. Todo en mi cabeza era tan violento que dejé de dormir. Y supongo que arrastre eso hasta ahora.

Abro la boca para decir cualquier cosa, pero él me detiene.

–No me consueles. Está superado.

Sonrió con tristeza.

–Puedo ayudarte a dormir.

Él encarna las cejas.

–No hagas una meditación, por favor. –pide en tono de súplica.

Suelto una carcajada y el ambiente se relaja.

–Cassie.

Me giro hacia él.

–¿Has pensado en pedir plaza en otra universidad?

Abro la boca para decir que sí, pero la cierro de inmediato.

Todo lo que nunca te dije| segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora