CAPÍTULO 14

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Nate

Cassandra se había empeñado en la búsqueda de sus padres, y yo la ayudaba en todo lo posible, aunque si encontraba una forma de sabotear su plan y evitar una verdad más para ella, lo haría.

Estaba en contra de destapar más verdades y cosas del pasado, pero ella no superaba todo esto. La estaba matando. La curiosidad, el deseo de la verdad. La estaba matando lentamente.

–Papá.

Me gire hacia la voz. Era Cameron. Estaba detrás de mí, con sus pequeños ojos azules clavados en los míos y las manos detrás de la espalda.

–¿Cameron?

–¿Qué vas a hacer de cenar?

–¿Me has llamado "papá"? –vuelvo al tema.

–Le dije a Cassy que eras muy buen papá, y ella me dijo que te podía llamar así. –jugueteo con sus manos. –¿Qué hay de cenar?

Una sonrisa enorme se grabó en mi cara. así que Cassie le había dicho que me llamara así. Cada día me gustaba más esa chica.

–Haré pizza.

–¡Bien! –grito y se fue directo al sofá.

No pude evitar soltar una carcajada de felicidad. Siempre había querido ser padre, aunque fuera uno de mis secretos mas íntimos. Eloise diría que soy un blando y Cassie no se lo esperaría. Así que nunca lo decía, pero siempre quise cuidar de un niño. Y Cameron era lo más parecido a un hijo que tenía ahora.

Cassie subió las escaleras, pasándose la manga por la frente para limpiar el sudor y sacudiendo las piernas por el esfuerzo de subir.

Me coloqué rápidamente enfrente suya y le agarre de una mano. Le di la vuelta sobre su propio eje y ella se extrañó. Cuando estuvo enfrente de mí, se agarró a mi hombro con su otra mano en la mía, pidiéndome una explicación con la mirada, pero no le respondí. Sólo le lancé una sonrisa, la cogí de la cadera y la alce hacia arriba. Ella soltó un chillido que se convirtió en una enorme carcajada.

Pudimos estar así diez minutos. Cameron nos miraba y aplaudía, e incluso cantaba para coordinar nuestro baile.

Cassie sonreía y yo era la persona mas feliz del mundo.

Me soltó con la excusa de que era tarde y debíamos cenar y se encerró en su cuarto. Yo seguía sonriendo mientras cocinaba.

Cassandra

Es treinta de diciembre, y pasado mañana será año nuevo.

Lo de la universidad llevaba todo el día comiéndome la cabeza. No había terminado mi último curso de instituto. Ni siquiera había asistido un solo día.

Pero supongo que podría pagar la universidad, y...

No. No lo haría. Tenía que cuidar de Cameron, de hecho debía apuntarlo a una escuela cuanto antes.

Aunque quizás si su horario escolar es igual que el mío, podríamos apañarnos.

El destino no paraba de darme señales, pero también implicaba que me aceptaran. Y para eso necesitaba una buena carta de solicitud. Desde luego no estaba preparada para escribir. No podía aclarar mis pensamientos, y mucho menos las palabras.

Estaba con el portátil, buscando el nombre de mi antigua escuela para matricular a Cameron cuando el sonido de la puerta cerrarse, me hizo levantar la vista.

Era Nate.

–Hola. –le saludo.

Lleva el pelo lleno de copos. Ni siquiera me había dado cuenta de que nevaba.

–Nate, no deberías venir aquí con este tiempo. Podrías...

Él no contesta. Tira un sobre en la encimera, que queda a centímetros de mí. se da la vuelta y se pasa las manos por el pelo.

Pasaba algo. Y estaba dentro de ese sobre.

Lo alcanzó y me doy cuenta de que de que ya está abierto. Sacó su contenido. Es un folio totalmente limpio, plegado por la mitad. Lo desdoblo y lo leo.

Estimados Nathaniel y Eloise Parker:

El señor Parker ha reclamado vuestra presencia mañana, en la prisión de Nueva York, a las 12:00 de la mañana. Se ruega una respuesta lo más inmediata posible.

Saludos.

Debajo había un sello raro.

–Estaba en mi buzón. –me dice.

–¿Es tu padre?

–Sí.

–Eloise me contó que está en la cárcel por fraude.

–Sí.

Se vuelve a pasar la mano por el pelo. Está agobiado.

–¿Lo has hablado con ella?

–No voy a ir.

–Quizás tenga que contarte algo...

–No.

–Nate.

No quería insistir, pero algo dentro de mí me decía que Nate si quería ver a su padre. Era la única figura paterna que tenía, y de verdad que no creo que no quiera verlo.

–Iré contigo. –le digo.

–¿Qué? No.

–Vamos a ir, vas a hablar con tu padre y después compraremos pavo para comer. –rodee la encimera y me quede enfrente de él.

–¿Y qué hay de Cameron? –me pregunta.

–Se lo dejaré a Blair.

–Cassie, tú no sabes como es mi padre.

–Lo sabré mañana.

–De verdad que no...

–Nate. Se que le echas de menos, porque tampoco hay que ser adivina, ¿sabes? Todo el mundo echaría de menos a su padre si lo alejan de ti. Yo echo de menos al mio. Cada segundo, Nate. Así que tú, que tienes la posibilidad de verlo, vas a visitarlo.

Nate me miró unos segundos.

–Está bien. –susurro.

Sonreí de lado.

Me giré para volver a rodear la encimera.

–Cassie.

–¿Sí?

–Lo siento.

Frunzo el ceño.

–Siento que tus padres murieran. –acaba.

Aprieto los labios.

–No te preocupes.

–No te mereces nada de las cosas que te han pasado. Que lo sepas. 

Todo lo que nunca te dije| segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora