CAPÍTULO 34

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Nate

Ya habían pasado cuatro desde el primer día de cole de Cameron, y todo iba bien. Aún vivíamos con ese miedo constante de que entraran a nuestra casa, pero lo teníamos bastante controlado.

A Cameron le gustaba su colegio, y ya tenía un montón de amigos. convencí a Cassie de que solicitara en otras universidades, y lo hizo; Yale, Harvard y Princeton. Y aunque me llevé una paliza verbal de por medio, mereció la pena.

Era de noche, y teníamos nuestro turno de vigilancia nocturna.

Ella estaba tumbada sobre mi regazo mientras yo veía la tele.

–Tienes un montón de lunares en la mejilla. –dijo uniendo todos mis lunares con el dedo.

–Lo sé.

–¿Sabes? Se parecen a la constelación de capricornio.

–¿Sabes las constelaciones del zodiaco? –preguntó asombrado.

–Dí un curso de astronomía.

–Pues es curioso, porque soy capricornio.

Cassie se quedó unos segundos mirándome con la misma expresión, hasta que se levantó de golpe.

–¿Cómo que eres capricornio? –reaccionó.

–¿Qué pasa? –pregunté.

–¡Pues que no queda nada para tu cumple! –se indigna. –¿Por qué no me lo habías dicho?

–Supuse que lo sabías.

–Sabes que soy un desastre con las fechas.

Ella emite un sonido ronco cansado y se volvió a tumbar.

–¿Y yo que te compro? –se lamentó.

–Sólo necesito pastillas para el lavavajillas.

–¿Ya se han vuelto a acabar? –pregunta, incrédula.

Yo asiento, mientras paso una mano por su mejilla.

Está muy cansada. Todos los días va a llevar a Cam al colegio, y cuando vuelve se pone a estudiar. Se ha propuesto entrar en una universidad sea como sea, y lo conseguirá.

–No te preocupes. –le digo cautelosamente.

–Nunca te he agradecido todo esto. –recuerda.

–Y no tienes que hacerlo.

Y es la verdad. No hago esto por hacer favores, lo hago porque la quiero, porque nunca había sentido algo tan fuerte y bonito, y porque se lo merece.

–Sin ti no podría haber salido adelante. –susurra. –Gracias.

Encurvo una sonrisa triste.

–Duérmete, boxeadora.

–¿Te ha dado con el mote, eh?

–Empiezo a recordar lo duro que pegabas.

Por fin se ríe.

–Me esperaré a que tú te duermas. –susurra.

–Cassie, duérmete. Tengo esto controlado.

–No quiero dejarte despierto. Sé que tienes problemas para dormir.

–Si te sirve de consuelo, te aseguro que si necesito algo de ti, te tiraré un cubo de agua en la cara. –bromeó.

–¡Venga ya!

–Despertarte es toda una experiencia, créeme.

Ella vuelve a sonreír, tapándose la boca.

–Nate. –me llama y la miro. –¿Has llamado a tu hermana?

Todo lo que nunca te dije| segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora