CAPÍTULO 12

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Cassandra

Era media noche. Estaba en el sofá después de que Nate se fuera, escuchando cualquier programa de la tele mientras miraba cualquier cosa en mi móvil.

Deslizaba el dedo en la galería, hasta que di con una foto. Salimos Zack y yo, por las calles de Oporto después de nuestra primera cita. Él estaba apoyado en mi hombro, mientras yo sonreía a la cámara sujetándola con ambas manos. Paul no nos dejaba hacernos fotos por si nos robaban el móvil y daban con nosotros, pero esa noche nos dio igual.

Y casi automáticamente, mi dedo fue a mis contactos y paro en el de Zack. Vi nuestras últimas conversaciones. Se resumían en "¿Donde estás?", "Paul te busca" o "En el salón en diez minutos."

Mire hacia su foto de perfil. Tenía una foto con su madre de cuando él era pequeño. Debajo de su nombre ponía que la última vez que se conectó fue el diecinueve de noviembre a las 19:41.

Mi dedo levitaba alrededor del teclado. Quería contarle algo. Cualquier cosa, aunque supiera que no la iba a escuchar. Necesitaba desahogarme, hablar como le hablaría a él. Así que pulse el botón de audio y lo deje en manos libres sobre la mesa.

Cogí aire.

Hola Zack. Soy yo, Cass. Me acuerdo que me llamabas así. Y me gustaba porque nadie me solía llamar así. Pensaba que era algo muy nuestro, ¿sabes?

Espero que estés descansando bien. He recuperado a mi hermano y ahora vivo en una cabaña a las afueras de Nueva York. Nate viene a visitarme para ayudarme con Cam, y la verdad es que se lo agradezco muchísimo, porque yo sola no podría.

¿Recuerdas lo que me dijo Antonovich de mis padres? Pues estoy investigando el caso. Necesito saber la verdad, y se que tu estarías orgulloso.

Zack, éramos dos egoístas, pero te quería de verdad, y nunca te lo dije porque pensé que me haría más vulnerable, más frágil, más manipulable, pero ahora no lo entiendo, no entiendo cómo pude pensar eso de ti, y ahora mis palabras han perdido todo el valor, y lo se, se que fui una cobarde y que ya nada importa, pero solo espero que de cualquier forma, estés oyendo esto.

Dicen que año nuevo significa vida nueva, pero dudo que el 2021 se fuera a llevar todo lo que me ha pasado.

Así que sí, la frase es falsa y todo será igual mañana que hoy.

Hacía ya un par de días que no nevaba, así que aproveche para tumbarme en la hamaca y leer un rato. No iba a seguir leyendo Harry Potter; era el ejemplar que me compro Zack y me niego, me niego a leerlo.

Cameron columpiaba a sus muñecos en los columpios, y sentí una tentación tan fuerte de grabarlo, que lo hice.

Saqué mi móvil, el cual llevaba sin abrir como cuatro días y solo fue para decirle a Blair que estaba bien.

Grabo como un enano cuerpo, enfundado en capas y capas de plumas metidas en su abrigo, se movían de columpio en columpio.

Corto cuando llevo quince segundos y decido mandárselo a Nate.

Hace un par de días solucionamos nuestra discusión sobre mis padres, y aunque se que no le parece bien, y tiene sus motivos, respeta mi decisión. Y eso es lo que más me gusta de él. Siempre me respeta.

En los contactos más recientes tengo a Zack. Lo había guardado con un corazón azul. Me acuerdo que me dijo que era su color favorito.

Me acuerdo que cuando me lo dijo yo tenía el pelo sobre los hombros y ahora mi cabello los tapa. Me acuerdo que solía vestir con sudaderas y ahora lo hago con jerseys. Me acuerdo de que no sabia como se recargaba un arma y ahora había disparado a más de diez personas.

Me acuerdo que era una cobarde, y que probablemente ahora también lo fuera, pero ya no era una egoísta.

El mensaje de Nate interrumpe mis pensamientos. Ha puesto dos emojis enamorados acompañados de un "en cinco minutos estoy ahí".

Me di cuenta de que lo tengo añadido como "Nathaniel". Editó su contacto y lo añado como "Nate" y un corazón rojo al lado.

Cuando salgo, otros de mis contactos me llama la atención.

"Dan", era mi abogado.

Él tenía acceso a miles de propiedades de mis padres. Él podía llevarme a la respuesta de mi pregunta: ¿Quiénes eran mis padres?

Aunque no pensaba decírselo. Dan hacía muy bien su trabajo, pero no sabía usar la lógica.

Le llamo.

–¿Cassandra? Vaya cuanto tiempo. –es lo primero que oigo.

–Hola, Dan. Lo siento, he estado ocupada y...

–Tengo noticias que debes saber de inmediato, Cassandra. –me interrumpe.

–Oh, dime.

–Tus padres poseían una casa a las afueras de Nueva York, concretamente en un bosque de Cooperstown. La cabaña estaba destinada para ti, pero una tal Meredith Miller se nos ha adelantado.

Ya no oigo lo que dice Dan, porque el corazón me late en las orejas.

–Dan, tengo que colgar. –digo lentamente.

El ruido de una moto aproximarse hace que levante la mirada. Es Nate.

¿Por qué todo era tan inoportuno?

Cuelgo sin dejar que Dan acabe de explicarse.

Nate se quita el casco y lo apoya en su asiento.

–Hola. –saluda.

–Nate, vigila a Cameron. –digo alejándome a toda prisa hacia la puerta.

Bajo hasta el desván. Lo veo todo a mi alrededor. Todas las cajas polvorientas, que brillan por su suciedad.

Por eso había una caja llena de periódicos de mis padres. Por eso había tantos informes, tantas entrevistas, tantas...

El volumen de mi cabeza sube y sube y no me deja respirar ni oír.

Abro una caja al azar. Tres fotos enmarcadas de mis padres estaban en su interior.

Abro otra. Fotos mías a los cinco años.

Otra; mis informes médicos.

Y me detengo en cuanto noto una mano en mi hombro.

Es Nate.

–¿Qué pasa?

Respiro cuatro, seis, ocho veces antes de hablar.

–Mis padres vivieron aquí. 

Todo lo que nunca te dije| segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora