Valerie

70 1 0
                                    

Valerie recogió su voluminosa capa de cabello castaño y  la ató en un molote desordenado, suspiró decidida y continuó con la abrumante tarea que tenía en frente. La mudanza no había sido para nada sencilla, tenían demasiadas cosas en su antigua casa. Valerie se encargó personalmente de etiquetar las cajas y supervisó que ningún objeto acabara en el lugar equivocado, esas cosas la ponían de nervios. 

Después del divorcio de sus padres, su madre decidió que necesitaba un cambio de aires y consiguió trabajo en Valle de Cantera, el pueblo donde había crecido y al cuál añoraba regresar. Valerie no puso objeciones y tampoco Cole, su hermano pequeño. Así que se marcharon y dejaron a su padre para que pudiese casarse con quien al parecer era el verdadero amor de su vida, Valerie le había escuchado decir eso en una ocasión, y aunque no entendía cómo ella podía ser mejor que su mamá, no cuestionaba las decisiones de su padre, al fin y al cabo, ¿Qué iba a saber ella sobre el amor?

Sus sentimientos acerca de la separación de sus padres eran extraños, veía a su hermano entristecido por la situación, pero ella no sentía nada parecido, claro que le preocupaba no ver a su padre tan seguido como antes, pero no le afectaba que hubiesen dejado de ser una pareja, más bien pensaba que tenía sentido. No es que los viera pelearse a menudo, pero notaba en ellos cierto agotamiento, como si se hubieran cansado de su compañía.

Las cajas de Valerie estaban acomodadas en secciones. Sobre la cama tenía las que contenían su ropa; cerca del librero naturalmente estaban las de los libros; sobre el escritorio la de los útiles escolares, post-its, marcadores y material para su diario y scrapbook; y así con el resto de cosas que tenía e intentaba acomodar antes de que terminase el día porque no quería dormir en un cuarto desordenado.

Eran casi las 11:00 cuando Valerie terminó de arreglar su nueva habitación y decidió echar un vistazo al resto de la casa. Bajó al primer piso para encontrarse con su hermano dormido en medio de lo que parecía ser un fuerte hecho de cajas y a su madre viendo la televisión mientras comía galletas saladas. Suprimió su exasperación apretando un poco los puños. 

―¡Valerie! ―exclamó su madre al verla al pie de la escalera―. Ven a ver Desafío de Deidades, acaban de sacar a Marcela, y Genaro se ha puesto furioso, creo que van a conspirar en contra de la pelirroja esta, no me acuerdo como se llama.

―Mamá ¿Qué pasó con acomodar las cosas de la mudanza? ―dijo sin hacer mucho caso a las emociones del Reality Show.

―Oh eso. ―Soltó una risita culpable ―. Pues que a Cole se le ocurrió la idea del fuerte y después empezó el programa, pero no te preocupes hija, mañana tenemos tiempo de sobra.

―De acuerdo ―contestó no muy convencida y pensando que todo el trabajo tendría que hacerlo ella sí quería dejar de vivir entre cajas pronto ―. ¿Qué tenemos para cenar?  

La mujer reaccionó con rapidez y extendió el bowl para que su hija se sirviera.

―¡Galletas! ― A pesar de tener la boca llena se expresó con tremenda felicidad. 

Valerie se encogió de hombros y se sentó al lado de su madre a comer galletas y disfrutar del reality que, aunque le parecía bastante absurdo, suponía un placer culposo, sobre todo por la emoción que notaba en su mamá a cada minuto.

Se fue a dormir sin tener la más mínima pista de que al día siguiente las cosas iban a ponerse bastante extrañas.

Despertó temprano a pesar de que las clases en su nuevo colegio no empezaban hasta dentro de una semana. La certeza de que la casa se encontraba hecha un desastre no la dejaba tranquila así que se levantó, se colocó los audífonos y se puso manos a la obra.

Lo primero que hizo fue acomodar las cosas de la cocina porque sabía que sería lo primero que iban a necesitar. Durante el proceso también hizo una lista de compras para la alacena, que en esos momentos se encontraba casi vacía.

Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora