―Creo que era por aquí cerca ―murmuró Adam.
―Es terrible que no podamos contar con el olor a muerto para que nos guíe.
El hombre soltó una risa ahogada.
―Créeme no querrías oler eso.
―Es un riesgo que estaría dispuesta a correr.
Las ramas y el pasto crujían debajo de sus pies. Los dos tenían la atención puesta en el suelo, esperando encontrar alguna pista.
―Reconozco esos dos árboles ―señaló dos árboles torcidos y entrelazados entre sí.
Ambos apretaron el paso.
―¿Alguna vez te has preguntado cómo se sentirá ser un árbol? ―el olor a pino fresco echó a volar los pensamientos de Ross.
―No.
―Siento que todo sería tan calmado, tan tranquilo, con el viento moviendo tus ramas muy conectado con tu espíritu, pero siempre atrapado en el mismo lugar, sin posibilidad de conocer ninguna otra cosa, con el mundo esperando a que le sirvas de algo, para darle sombra, o frutos...
―O para talarte y convertirte en un bonito mueble.
―Cierto, y esa sería la única manera de moverte ―reflexionó.
―¿Así es como te sientes dentro de ese convento? ―Adam apartó una rama de su camino― ¿Cómo un árbol, en ese ambiente tan tranquilo pero sin libertad?
―No estaba hablando de mí.
―Claro que sí.
―Salgo del convento todo el tiempo ―aclaró, permaneció en silencio unos segundos― pero no me molestaría ir más lejos, esto es lo más lejos que he estado de ahí.
―Eres jovén, es normal que no hayas salido tanto.
―Los chicos de mi escuela se van de vacaciones todo el tiempo. A mi ni siquiera me dejan ir de misiones, creo que es porque les da miedo que no regrese.
―Parece que nos vamos a tardar en encontrar algo, si es que sigue aquí. No quiero tener problemas y que piensen que secuestré a una niña.
―No pasa nada, me escapo todo el tiempo.
―Qué bueno que decidí no criarte.
―Deberíamos dividirnos. ―Ross tomó camino en la dirección contraría pero Adam la detuvo.
―Ni se te ocurra ―le dijo tajante―. Acabo de decirte que no quiero problemas, quedate junto a mi, te puedes perder.
Ross resopló pero accedió.
―¿Seguir buscando de noche no es una opción verdad?
―No, si no encontramos nada en un par de horas volveremos. Estarás en el convento antes del atardecer.
―No me parece justo.
―No me importa.
―¿Por lo menos volveremos mañana?
―Tengo un trabajo, volveremos el próximo fin de semana.
―Tampoco me parece justo.
―Por Dios niña, deberías aprender que las investigaciones toman tiempo ―se quejó.
―Tomarían menos tiempo si nos dividieramos.
―No va a pasar.
Ross pateó una roca.
―Esa fue una buena patada ―dijo Adam al ver lo lejos que llegaba.
La muchacha se encogió de hombros.
―Tengo piernas fuertes.
―Entonces úsalas para seguir caminando.
El tiempo siguió pasando, pero Ross permaneció con una actitud positiva, tarareando y hablando de todo un poco mientras hacían su búsqueda. Adam no hablaba tanto como ella pero al menos la escuchaba y hacía comentarios interesantes.
―Creo que deberíamos volver ―dijo Adam después de revisar la hora en su teléfono.
―Solo un poco más, anda, aún es temprano ―pidió la chica.
―Ni siquiera te dije la hora.
―Da igual, solo unos minutos más, por favor ―insistió.
Adam accedió a regañadientes.
Y ambos estuvieron agradecidos de haber continuado porque no mucho después Adam sintió que pisaba algo diferente. Juntos apartaron las hojas y ramas de esa zona del bosque y debajo descubrieron la empuñadura de una espada.
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Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinos
Ficção AdolescenteDespués de un extraño ataque en el parque, Valerie descubre que hay muchas cosas sobre sí misma que desconoce. Para empezar, sus padres no son realmente sus padres, es más, ella ni siquiera nació en la Tierra. Valerie es la heredera perdida de Virgo...