Llegó la hora del receso pero ella no fue al comedor ni a las canchas, fue a la biblioteca. A la bibliotecaria no le sorprendió, la chica hacía aquello con frecuencia, a esa hora siempre había computadoras disponibles y nadie que la molestara.
Se sentó en el escritorio más alejado y abrió el buscador. No tenía idea de como iniciar su búsqueda, por lo que se quedó con las manos sobre el teclado sin escribir nada y mirando a la pantalla durante casi un minuto. Después simplemente buscó: piedras que brillan.
El buscador arrojó un montón de opciones que hablaban sobre piedras preciosas que emiten luz y tutoriales de como hacer una manualidad de piedras brillantes. Leyó unas cuantas entradas pero nada se parecía al cristal que llevaba colgado en el cuello.
Volvió al buscador.
Esta vez escribió: Cristales raros.
De nuevo muchas opciones pero nada que describiera lo que ella había experimentado.
Piedras extraterrestres, colocó en el buscador. Obtuvo resultados bastante interesantes, muchos de ellos llamaron su atención, sin embargo, no fue porque se parecieran a lo que deseaba encontrar, tan solo alimentaba su pasión por aquel mundo desconocido en el espacio.
Cerró el explorador soltando un bufido. El receso estaba por terminar y todavía no había comido. Y por nada, tenía tanta información como cuando había comenzado.
De vuelta en el orfanato, Monty le preguntó a todas las chicas que hacían voluntariado si ellas habían dejado el extraño collar en su buró, pero nadie parecía reconocerlo. Incluso le preguntó a la señorita Carla si había entrado en su habitación recientemente, a ella no quiso mencionarle acerca del collar, sentía un temor primitivo e irracional de que se lo confiscara. Valoró si debía interrogar también a las niñas, pero no creía que tuvieran algo que ver, además seguramente harían un escándalo y creerían que alguien estaba dejando cosas dentro del orfanato, lo que alertaría a Carla, así que descartó aquella idea.
Al final del día Monty estaba tan frustrada de no encontrar ni una mínima pista sobre el origen de los cristales que decidió hacer la única cosa que le levantaba el ánimo cuando estaba de un humor tan terrible como en aquel momento.
Subió a la azotea del edificio y se acostó sobre el suelo, en su rincón especial, para ver las estrellas. Ese era el lugar en el que había aprendido el nombre de las pocas estrellas que la contaminación lumínica de la ciudad dejaba ver, era el lugar en donde infinitas veces había buscado algo distinto en el cielo, una señal de que no estaba sola en el universo. Pero nunca había visto nada, las estrellas eran las de siempre.
Sacó el collar que llevaba debajo de la blusa y lo miró fijamente, Monty sabía que era una locura, pero por alguna razón estaba segura de que provenía de allá arriba. Lo apretó contra su corazón y se quedó allí, observando el cielo, pensando en todo aquello que desconocía y que anhelaba conocer.
Recuperó la noción del tiempo cuando oyó unos pasos repiquetear contra el metal de la escalera de emergencia y se irguió enseguida.
—¡Monty! ¿Por qué tienes que subir hasta acá arriba? —le recriminó la molesta voz de Erin.— Estoy harta de siempre tener que venir a buscarte —dijo haciendo un gesto de asco al notar los restos de heces de pájaro que había en la azotea.
Monty se puso de pie.
—No te preocupes princesa, traeré un reloj la próxima vez —contestó claramente sin intención de cumplir aquella promesa.
Erin bajó y Monty caminó hacía la escalera, pero se detuvo de golpe.
Algo malo iba a suceder, no sabía cuándo ni cómo, pero ocurriría pronto. Y Erin estaba en peligro. Estaba segura de ello.
Rápidamente se acercó a la escalera.
—¿Erin? —llamó insegura al divisar a la chica un poco más abajo.
—¿Qué?
—Solo... —titubeó—. Ten cuidado al bajar.
—Okay —contestó Erin confundida y continuó bajando.
La muchacha entró al edificio sin ningún problema, pero el corazón de Monty seguía acelerado, ese mal presentimiento no se había ido.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinos
Fiksi RemajaDespués de un extraño ataque en el parque, Valerie descubre que hay muchas cosas sobre sí misma que desconoce. Para empezar, sus padres no son realmente sus padres, es más, ella ni siquiera nació en la Tierra. Valerie es la heredera perdida de Virgo...