El orfanato Santa Cruz se alzaba entre un par de edificios un poco más pequeños. Aquel día lo enmarcaban unas nubes grises que anunciaban lluvia. El hombre no se veía nada fuera de lo normal. Llevaba una vestimenta común. Era alto y de cuerpo atlético. Presionó el timbre.
Una chica de unos veinte años le abrió la puerta.
—Buen día, ¿En que puedo ayudarlo?
—Buen día, estoy buscando a Erin —dijo sin rodeos—. Verá, ella es parte de la compañía de teatro en la que doy clases, en el Rouge Fenetre. Últimamente me ha surgido el interés de tener otra hija, pero mi esposa es incapaz de concebir. Me gustaría saber cuál es el proceso para adoptar a Erin.
—Lo lamento señor pero Erin ya fue adoptada.
Él la miró con una expresión de sorpresa.
—Vaya — suspiró —me alegró de que haya encontrado un hogar.
—Pero hay muchas chicas que están esperando ser adoptadas, si quisiera continuar con el trámite...
—Perdone —interrumpió—, es solo que... —Dirigió la mirada hacía el suelo, apesadumbrado—. En las clases de teatro surgió un vínculo, me temo que no me siento preparado para adoptar a alguien que no sea ella. Si pudiera, aunque sea decirme a dónde ha ido, podría visitarla de vez en cuando. —Llevaba un tiempo sin usar su poder, sintió un cosquilleo familiar, como cuando por fin comes aquello que has evitado tanto porque no es bueno para la salud, pero terminas cediendo porque te encanta.
—Yo... —La chica hizo una mueca de confusión—. Lo siento pero no conozco esa información, solo sé que fue adoptada, que tenga buena tarde. —Y cerró la puerta sin esperar una respuesta por parte del hombre.
Enrique, subió a su auto. Se pasó las manos por la cara y soltó un gruñido de frustración, luego dejó caer su puño sobre el tablero del vehículo. En los últimos catorce años las cosas le habían salido tan bien que le resultaba una tremenda molestía tener que volver a preocuparse por un grupo de princesas perdidas.
Su nombre real era Sev Akron. Un Cáncer cuyo deseo más grande siempre fue ver a su hermano feliz. Y ahora no solo estaba comprometida aquella felicidad, sino también su vida.
Catorce años atrás, cuando el cielo se pintó de morado por doceava vez, las tropas de Deo ya estaban preparadas. Sev y Faxon Akron, formaban parte del equipo que se encargaría de asesinar a las doce herederas.
Infiltrarse había sido algo tan fácil. Había guardias sí, pero los años de paz los habían hecho tan confiados que a los ojos de Sev parecían incluso incompetentes.
—El universo es tan grande y aun así siguen creyendo que no tienen enemigos. —Había dicho Deo una vez. El hombre había pasado años visitando otras estrellas, buscando el poder que el zodiaco se había negado a darle y después de tanto, lo había encontrado. No solo eso, también había encontrado aliados y ahora su ejército era insuperable. Solo tenía que esperar que su plan funcionara y confiaba en que así sería.
Todo ocurrió muy rápido. Deo creó a uno de sus monstruos. Las reinas bajaron la guardia. Los guardias fueron asesinados. Las bebés se quedaron solas.
Tendría que haber sido sencillo, doce golpes limpios con el cuchillo. Pero el cuchillo chocó contra la piel de las niñas como si estuviesen hechas de acero. Estaban protegidas.
Sev tomó a la pequeña heredera de capricornio en sus brazos y salió huyendo del palacio, al igual que sus compañeros.
La bebé lloraba y Sev corría. La nave lo estaba esperando no muy lejos. Podía escuchar el crujir de los edificios cayendo y los gritos de los zodiacales que habían asistido al festival.
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Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinos
Novela JuvenilDespués de un extraño ataque en el parque, Valerie descubre que hay muchas cosas sobre sí misma que desconoce. Para empezar, sus padres no son realmente sus padres, es más, ella ni siquiera nació en la Tierra. Valerie es la heredera perdida de Virgo...