Cher

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 Ben estaba en su mesa de siempre, comiendo una gelatina de limón, misma que salió volando cuando Cher le dio un manotazo.

—¡Cher! ¿Qué demonios?

—Lo siento —dijo alcanzando la gelatina y levantándola para limpiar el desastre—. Quizá eso fue demasiado, perdóname Carlos —se disculpó al notar que había salpicado al chico de al lado.

Ben la observaba confundido. Cher carraspeó.

—Necesito hablar contigo.

El chico se puso de pie y siguió a Cher hacía el patio.

—¿Por qué engañaste a Valerie? —Al momento de hacer la pregunta concentró su energía para leerle la mente.

—Valerie me dijo que no quería explicaciones, ¿Por qué habría de dártelas a ti?

—Porque... maldita sea Ben, somos amigos, tu y yo y no voy a pretender que soy la persona más leal de esta tierra, pero ¿cómo es que lograste ocultarnos a todos la existencia de Vanesa?

—A ella no le gusta que los demás sepan sobre su vida personal —se encogió de hombros.

Cher tenía las manos sobre las caderas, hacía un esfuerzo por verse natural y por mantener una conversación que pareciera coherente, pero hacer eso y al mismo tiempo concentrarse en los pensamientos del muchacho no era una tarea sencilla.

—¿Te importaba si quiera alguna de las dos?

—Mira se que lo que hice fue una mierda, pero me creas o no, me importan las dos, por eso no he intentado recuperar a ninguna, se que no merezco una segunda oportunidad.

Cher suavizó su semblante.

—¿Te arrepientes de haberlo hecho?

—Claro que sí —se frotó la frente con los dedos—, se que las cosas con Vanesa no habrían durado demasiado, era muy intensa y seguro me habría cansado en algún punto, pero podríamos haber acabado bien y Valerie... bueno creo que podríamos haber sido muy buenos amigos. Y lo arruiné por completo.

Cher le puso una mano en el hombro.

—Nunca vas a volver a hacer algo así de estúpido ¿No es cierto?

—Aprendí la lección —confirmó con una media sonrisa.

—Una última cosa, ¿Felipe sabía sobre Vanesa?

Un destello de culpabilidad se asomó en sus ojos.

—No, claro que no, no se lo conté a nadie.

Cher sonrió sabiendo que esa última parte era mentira.

Estaba en la parada del camión cuando Valerie se acercó a ella con la mirada puesta en algún punto del piso. No habían hablado en todo el día, Cher tenía la extraña sensación de que Valerie la estaba evitando.

—Tengo respuestas —dijo cuando se colocó a su lado—. Pero creo que deberíamos esperar a Vanesa para compartirlas.

Valerie levantó el rostro.

—Cher yo... —titubeó, desviando la mirada—. Lamento lo que dije ayer, no estuvo bien. —Sostenía las tiras de su mochila entre sus puños apretados.

—No lo sé, quizá tienes razón —suspiró—. Me gustan demasiados chicos y siempre les terminó haciendo daño. Quizá debería estar sola un tiempo, de todos modos creo que son una distracción horrible para todo esto de, tu sabes, ser herederas del zodiaco.

Valerie le dedicó una débil sonrisa.

—En verdad nos han distraído, Padma nunca debió confiar en chicas de quince años para esta misión.

— Pues si Ben logró aprender de sus errores nosotras también podemos.

Valerie entornó los ojos.

—¿Lo hizo?

—Sorprendentemente sí, pero más tarde te cuento los detalles.

Vanesa se reunió con ellas unas cuantas paradas más adelante, las saludó haciendo un gesto con la cabeza pero no se quitó los audífonos de diadema hasta que se bajaron del autobús.

—Saavedra, habla. —Fue lo primero que dijo cuando las tres estuvieron de pie frente al sendero en medio del bosque.

—Buenas tardes a ti también —soltó Valerie.

Vanesa se cruzó de brazos.

—También te mueres por saber lo que descubrió, no intentes ocultarlo.

—Y yo me muero por contarlo —rió Cher— resulta que todo fue por ego.

—¿Ego? —Vanesa arqueó una de sus cejas pobladas.

—Sí, de acuerdo a sus pensamientos, las dos son... bueno... un reto. Y bueno a ti ya te tenía —señaló a Vanesa—, pero cuando Valerie apareció, quiso saber si era capaz de mantener su engaño, era como un juego para él. Básicamente su cabezota llena de ego crecía cada vez que lograba salirse con la suya. Y le gustaba la sensación de adrenalina.

—Ese bastardo, no sabe con quién se metió —los ojos de Vanesa ardían de ira.

—Dijiste que estaba arrepentido, ¿Qué tan arrepentido? —intervinó Valerie.

—¡Ja! como si eso importara.

—Pues —continuó Cher—, cuando le pregunté si se arrepentía me dijo que sí y sus pensamientos lo confirmaron, se dió cuenta de que fue algo muy estupido y aprendió la lección.

—Oh no, claro que no, él ni siquiera sabe todavía lo que es arrepentirse de verdad, no hasta que se las vea conmigo. —Vanessa se echó el espeso cabello negro hacía atrás.

—¿Qué tienes planeado? —preguntó Valerie.

—No lo sé aún, tal vez debería esperar a saber usar mis poderes.

—¿Qué harás entonces? ¿Matarlo?—preguntó Valerie con preocupación genuina.

—¿Por qué te preocupa? También te engañó, y te usó.

—Sí, pero no quiero ser cómplice de asesinato.

—Tranquilas, aquí no se va a morir nadie —intervinó Cher—. ¿Verdad Vanessa?

—Por supuesto que no, quiero venganza, pero no soy una asesina, solo era una broma.

Las otras dos respiraron con alivió.

—De todos modos —dijo Valerie—, dejé de lado mis responsabilidades de heredera por su culpa. No lo haré de nuevo. Me basta saber que se ha arrepentido.

—Sí, yo tampoco quiero usar mi tiempo para eso.

—Como quieran, pero creo que hay alguien que sí querrá. Y ya se me ocurrió la venganza perfecta.

Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora