Valerie

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—No hay manera de que la encontremos entre toda esta gente, lo mejor sería dividirnos y vigilar las puertas traseras también.

Las tres chicas estaban de pie en la entrada del salón de teatro, la gente bullía en el recinto, hablando de lo que les había parecido la obra, buscando la salida o comprando comida en la cafetería del teatro.

—Creo que estás en lo correcto Val. —Cher estiraba la cabeza tratando de encontrar a la muchacha que había protagonizado la obra.

—A lo mejor podemos preguntar por ella —sugirió Vanesa—. Ahora conocemos su nombre, Erin Cruz.

Meditaron sus posibilidades.

Luego vieron a una chica que se abría paso entre la multitud, tenía el cabello blanco y una mirada de desesperación. Su mirada hizo contacto con la de Valerie y en su rostro se dibujó una expresión que indicaba que había encontrado justo lo que estaba buscando. Se apresuró a llegar hasta ellas.

—Lo siento —dijo de forma atropellada—. Se que no me conocen, y probablemente parezco una loca, pero mi amiga está en problemas y por alguna razón siento que solo ustedes pueden ayudarme.

Las tres se dirigieron una rápida mirada.

Cher dió un paso al frente.

—¿Cómo te llamas? ¿Puedes explicarnos qué le pasó? —preguntó con delicadeza.

La chica negó con la cabeza.

—Me llamo Monty... No lo se... yo... —la muchacha se veía como si estuviera a punto de entrar en una crisis nerviosa.

Y entonces Vanesa notó algo y le dió un codazo a Valerie. Señaló con la cabeza. Y Valerie lo vió, asomándose debajo de la chamarra se alcanzaba a ver una parte del cristal morado que aún les faltaba encontrar. En el momento en que lo vió Valerie sintió su poder y de repente, fue capaz de sentir el poder del cristal dorado también. Sabía dónde estaba.

—Tu amiga — dijo Valerie de inmediato—. ¿Es la chica que protagonizó la obra?

La muchacha asintió con energía.

—Ya sé dónde está —soltó Valerie y corrió, colándose entre las personas.

—¡Haganse a un lado, tenemos prisa! —gritó Vanesa, lo que la hizo recibir varias groserías pero las dejaron pasar así que no le importó.

Las cuatro chicas llegaron a las puertas que dirigían a los camerinos. Valerie la empujó, pero estaba cerrada con llave.

—Está es un área restringida, les pido que se vayan. —Un hombre había salido de lo que parecía ser una oficina que se encontraba unos metros más atrás. Un juego de llaves le colgaba del bolsillo del pantalón.

Cher le dedicó una sonrisa amable.

—Dejanos pasar o todo el mundo sabrá lo que haces con Jessica cuando tu esposa está en el trabajo —dijo y al hombre le cambió el semblante.

—¿Cómo lo...

— ¿Sé? —completó ella—. Oh, sé mucho más que eso, pero si cooperas, nadie más tiene por qué enterarse.

El hombre se apresuró a abrir la puerta.

—Solo no me metan en problemas —farfulló.

Las cuatro corrieron por el angosto pasillo llenó de puertas y entraron en el camerino numeró 7.

Un hombre estaba de pie en el centro de la habitación y a sus pies había un cuerpo. "Erin Cruz", pensó Valerie. Había un charco de sangre debajo de su cabeza, y el hombre tenía en sus manos un largo pedazo de cristal.

Crónicas del Zodiaco - La caída de los doce reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora