二十一.EL COMPROMISO.

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  El sol brillaba con esplendor sobre el majestuoso palacio real, sus rayos acariciaban las altas torres, reflejándose en las pulidas piedras que conformaban el camino principal. Se respiraba un aire de alegría mientras un sin fin de personas preparaban todo para la fastuosa ceremonia de compromiso entre el apuesto Primer Wangja Choi Minho y la delicada princesa Ji-Ho.

Las amplias salas resonaban con la actividad febril de sirvientes que trabajaban incansablemente para adornar cada rincón con espléndidas flores, sedas exquisitas y  velas que iluminaban los pasillos. Las paredes estaban cubiertas con tapices bordados a mano que contaban la historia de la dinastía Choi, y los jardines rebozaban de flores en todos los colores imaginables, creando un espectáculo deslumbrante.

La sala principal, donde se llevaría a cabo la ceremonia, estaba decorada con lujosas cortinas de seda en tonos reales de azul y oro. En el centro, un elaborado dosel real se alzaba sobre los nuevos tronos para Minho y Ji-Ho, indicando la importancia de este compromiso para el reino. Los invitados comenzaban a llegar, ataviados con trajes resplandecientes que reflejaban la importancia del evento.

A pesar de la opulencia que rodeaba la celebración, el corazón de Minho estaba acongojado. A medida que avanzaba el día, su rostro se volvía más sombrío, y su mirada perdida revelaba la tormenta que cernía en su interior. Los suspiros de resignación escapaban de sus labios mientras se movía por el palacio, aceptando las felicitaciones y los buenos deseos de los importantes invitados.

La razón de su pesar residía en el compromiso mismo. Aunque la unión entre Minho y Ji-ho estaba destinada a consolidar alianzas y fortalecer el reino, su corazón no participaba en la celebración. Minho, a pesar de su deber como Primer Wangja, se sentía atrapado en las redes de la tradición, anhelando la libertad de seguir los dictados de sus sentimientos.

Mientras resonaban las risas y la música, Minho mantenía una lucha interna, debatiéndose entre la lealtad hacia su deber y la búsqueda de su propia felicidad. Sus ojos perdidos reflejaban la complejidad de sus emociones, creando un contraste palpable con la extravagancia de la ceremonia que se desplegaba a su alrededor. Así, en medio de la esplendorosa celebración, la tristeza de Minho arrojaba una sombra sobre su propio compromiso real.Minho, en el recuerdo de cada mirada compartida con su amado Taemin, se lamentaba amargamente de la desgracia que había caído sobre ellos.

—¿Cómo pude ser tan desgraciado?,  —se lamentaba Minho, sumido en la culpa, mientras recordaba las palabras que le había dirigido a Taemin en un momento de egoísmo. "¡Se mi amante!. Soy un maldito, solo vi mi comodidad en lugar de pensar en lo que él siente".

 La princesa Ji-Ho permanecía envuelta en un velo misterioso que ocultaba su rostro, y Minho no había tenido la oportunidad de verla. La costumbre dictaba que debía esperar hasta la noche de la presentación oficial de su compromiso para conocer a su futura esposa. Durante tres largos días, Minho se recluyó en su habitación real, ahogado en la oscuridad de sus pensamientos. 

El rostro de ella, solo había sido mostrado veladamente durante el trayecto al palacio. Y eso era para causar curiosidad entre los pobladores y que se sintieran tomados en cuenta. Aunque la realidad era otra. 

La tensión en el palacio crecía conforme se acercaba la hora de la ceremonia. Ji-Ho, un susurro constante entre los aldeanos, generaba expectación y fervor entre la población. Minho, por su parte, sentía la cuerda de su destino apretarse cada vez más.

La majestuosa melodía que había llenado el salón con su esplendor se desvaneció abruptamente, como si el mismo universo contuviera la respiración ante la inminente revelación. El silencio se apoderó de la sala, sólo roto por el susurro de las telas que se movían y el tenue murmullo de los invitados expectantes.

DESBORDADA PASIÓN. 🔞 (2MIN)🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora