Taemin yacía en la oscuridad de su habitación, sumido en una depresión que parecía devorarlo desde el interior. La llama de su vitalidad se apagó la noche en que fue obligado por el Wang Yeong a declamar el poema en la celebración de los futuros esposos. El recuerdo de aquel momento resonaba en su mente como un eco lúgubre, un recordatorio constante de su humillación. La presión y la mirada despiadada del Rey, le habían marcado de una manera que le costaba explicar, incluso a sí mismo.
Su desgana se manifestaba en su escaso apetito. Solamente tomaba algunas cucharadas de sopa que apenas rozaban sus labios. La delgadez de Taemin contrastaba con la preocupación impresa en el rostro de Heechul, quien observaba impotente cómo se consumía lentamente. El silencio que reinaba en la habitación era tan denso que podía sentirse físicamente, una mudez que Taemin había adoptado como una muralla para protegerse del dolor.
—Taemin, no puedes seguir así, —insistía Heechul con voz apesadumbrada. —Vas a morir si continúas sin comer.
Taemin, sin embargo, se limitaba a dar la espalda, ignorando la preocupación evidente en las palabras de su señor. Su rebeldía silenciosa se volvía un acto de desafío, como si el dolor que le consumía por dentro pudiera ser expulsado hacia el exterior mediante su obstinado silencio. Kim Heechul comprendía que el amor no correspondido era una carga pesada. Porque eso era lo que este pensaba, que Taemin siendo un Nobi, nunca podría ser merecedor de la atención de un Wangja.
—Taemin, por favor, debes levantarte, —suplicaba Heechul, junto al Yo*. —El Wang Choi Yeong ha ordenado que todos los pobladores asistan a la coronación de su hijo Minho en la plaza principal. No puedes perdértelo.
La única compañía de Taemin en aquellos días oscuros era su pequeña gatita Kkongie, quien ronroneaba a su lado como una frágil chispa de vida en medio de la desolación. La mirada de Taemin se cruzó con la de Heechul, pero en sus ojos no había respuesta, solo una sombra de lo que solía ser. La preocupación y la compasión brillaban en los ojos de Heechul, quien entendía que el dolor no siempre se manifestaba en lágrimas, a veces se ocultaba en un silencio que hablaba más fuerte que cualquier palabra.
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Los días pasaron, y la coronación de Minho llegó. La plaza principal se llenó de expectación y emoción mientras los ciudadanos se congregaban para ser testigos de la sucesión. Sin embargo, Taemin en su habitación permanecía ajeno a la ceremonia, como si todo no fuera más que un eco lejano de su propio tormento. Heechul, con la paciencia de un monje, persistía en sus intentos por sacarlo de su letargo.—Levántate, Taemin. No puedes perder la coronación. El Wang Choi Yeong y el Wang Dong-Ho estarán allí, así como la princesa Ji-Ho. Es un evento importante, y tú también eres parte de este reino, —urgía Heechul.
Pero Taemin, en su amargura y desesperanza, se mantenía inmóvil. No quería enfrentarse al mundo exterior, ni siquiera a la celebración que marcaba un nuevo capítulo en la historia del reino. La sensación de abandono y desprecio lo envolvía como una sombra persistente, eclipsando cualquier atisbo de luz o esperanza.
"¿Qué sentido tiene ir? Mi señor Minho ya tiene a la Princesa Ji-Ho a su lado para adornar su celebración. Yo no soy más que un despreciable Nobi". —En cuanto escuchó el carruaje de Heechul partir, se levantó y abrió la ventana, mirando al cielo. "Mamá, tío Aki, les pido perdón por haber aceptado ser amante del Príncipe. Sé que no fue correcto, pero él es mi vida. Lo amo tanto". —Sus lágrimas comenzaron a bajar por sus pálidas mejillas, ya no podía más. si no se desahogaba moriría.
La coronación de Minho se desarrolló con esplendor y elegancia en la plaza principal. Los vítores resonaban en el aire mientras el nuevo rey recibía la corona de manos de su padre, el Wang Choi Yeong. Minho, sin embargo, no podía apartar de su mente la ausencia de Taemin. Incluso en medio de la celebración, sus pensamientos seguían siendo una mezcla de alegría y preocupación.
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DESBORDADA PASIÓN. 🔞 (2MIN)🌈
FanfictionSatoh Taemin, discriminado por ser de raza impura, un injerto. Su existencia fue la mezcla de dos mundos. Una amalgama de culturas de dos naciones en conflicto. Una la noble tierra de Goryeo*(Corea) y la otra la ancestral Isla del sol naciente (Japó...