DESBORDADA PASIÓN. 🔞 (2MIN)🌈

二十八.EL HEREDERO.

AÑO 1332.GANGNEUNG,GORYEA.

La ciudad de Gangneung se sumió en un cambio trascendental cuando el Segundo Wangja Choi Siwon ascendió al trono tras la muerte de su hermano el Wang Minho. Este cambio de liderazgo marcó el inicio de una nueva era, con la reina viuda. Ji-Ho contrajo matrimonio con el nuevo monarca, consolidando así la alianza que ya tenían.

El heredero vio la luz en este período de cambios significativos. Su nombre, Primer Wangja Choi Yesung, resonaba con la promesa de una nueva generación destinada a liderar el reino con sabiduría y honor. El nacimiento del heredero fortaleció aún más la posición de Siwon y Ji-Ho, ya que ahora compartían la responsabilidad de criar y guiar al joven príncipe hacia su papel como líder.

Detrás de estas decisiones y cambios, los Wags Choi Yeong y Dong-Ho desempeñaron un papel crucial en la consolidación del poder y la estabilidad. La sociedad de Gangneung, inmersa en las tradiciones y costumbres de la monarquía, observó con atención y respeto los movimientos de esta nueva familia real, reconociendo la importancia de estos eventos en su reino.

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AÑO 1336.GANGNEUNG,GORYEA.

En los salones del imponente palacio, donde la majestuosidad y la elegancia se entrelazaban con las historias de cada rincón, el pequeño Wangja Yesung irradiaba su traviesa alegría. Con apenas cuatro años, sus risas resonaban por los amplios pasillos, llenando de luz y vitalidad cada estancia. Sus abuelos, el sabio Wang Yeong y el comprensivo Wang Dong-Ho, se dedicaban a cumplir cada uno de los caprichos de su amado nieto, cediendo ante su encanto travieso con una mezcla de indulgencia y cariño.

Yesung, pese a su corta edad, se había convertido en el centro de atención en el vasto palacio. Su presencia iluminaba los salones, y las doncellas suspiraban por un solo destello de su inocente sonrisa. Era imposible resistirse a la adorable travesura de este pequeño príncipe que, a pesar de su corta estatura, poseía un carisma que conquistaba a todos.

Sin embargo, el bullicio y la risa infantil no alcanzaban a penetrar en las sombras que envolvían la cámara de la reina Ji-Ho. Ella se encontraba sumida en la tristeza desde el nacimiento de sus gemelas, había perdido el brillo en sus ojos. La majestuosa reina, que una vez caminó con gracia por los jardines, ahora yacía postrada en su cama, desprendiendo la pesadez de la desesperación. La depresión la había abrazado con fuerza, transformando su vida en un laberinto de oscuridad.

Los sirvientes, discretos testigos de la tragedia que envolvía a la reina Ji-Ho, llevaban a cabo sus quehaceres con un silencio respetuoso. Los alimentos eran entregados en bandejas de plata, la higiene personal se volvía un mero recuerdo, y los rumores se deslizaban entre los pasillos como sombras inquietantes. Los sirvientes, entre susurros cautelosos, llevaban las noticias a los rincones más lejanos del pueblo, donde las mujeres ya conspiraban para convertirse en amantes del rey.

Mientras la reina languidecía en su aislamiento, el Wang Siwon, una figura solitaria en el espléndido palacio, había tomado refugio en otra alcoba. La separación física entre él y su esposa marcaba el final de un matrimonio que alguna vez floreció con promesas y amor. La cama compartida ahora era un símbolo roto de lo que alguna vez fue, mientras los suspiros de resignación resonaban en la noche.

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Ese día en el palacio reinaba la tormenta. El pequeño Yesung, heredero de la familia real, había transformado su habitual encanto en un torbellino de malcriadez. La mujer encargada de su cuidado estaba enferma, y el médico real aconsejó que no se acercara al pequeño, para no contagiarlo. El problema era que Yesung no aceptaba a ninguna otra persona a su lado.