Capítulo 5

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—¿Lo has visto ya, Tom? ¡Dime algo!—suplicaba Silke desde el otro lado del teléfono.

Solo escuchaba como Tom maldecía por lo bajo jadeando sin entender con claridad lo que decía. Desde que ella misma viera la portada de la revista no había podido respirar con normalidad.

—Silke...te llamo luego—murmuró Tom cuando al fin pudo hablar.

Colgó sin esperar su respuesta, leyendo una y otra vez el titular que acompañaba a la portada.

"Antigua estrella del pop, radiante en la recta final de su embarazo"

Ahí estaba la razón por la que quiso dejar el grupo tan radicalmente sin dar una explicación coherente. Se había quedado embarazado, y por su triste expresión adivinaba que para su hermano era lo peor que le podía haber pasado.

Abrió la revista y buscó el reportaje que le acompañaba. Había más fotos suyas, posando en todas ellas acariciándose su vientre hinchado, pero con esa misma triste expresión en la cara.

Leyó profundamente la noticia, la única manera de saber el como y el porque. Pero su hermano no tocaba mucho esos temas. Hablaba del padre como de un fan que se le acercó una noche y nada más, no decía si seguía manteniendo contacto con él o si sabía que iba a ser padre.

Arrugó la frente al leer que mencionaba al antiguo grupo. Decía que no echaba de menos esa época, que perdió su niñez por culpa de Tokio Hotel y que separarse de su hermano era lo mejor que le podía haber  pasado.

Insistían en saber el porque de sus crueles palabras, y contestaba que tras la muerte de sus padres su hermano mayor cuidó siempre de él, lo que le agradecía mucho, pero no le dejaba respirar tranquilo. Al igual que el que fuera su tutor legal, le trataban como si fuera de cristal cuando él solo quería libertad.

Era un adolescente, no quería pasarse el resto de su vida haciendo felices a los demás mientras que él se sentía muerto por dentro.

Cerró la revista de golpe. Su hermano estaba peor de lo que pensaba, nunca le habló de cómo se sentía. Le veía feliz con lo que hacía, no llegó a imaginar que esa no era la vida que quería llevar.

—Bill...—suspiró pasando una mano por la portada—¿Por qué no me dijiste nada?

Decidió dejar de lamentarse, solo podía hacer una cosa. Ayudar a la fuerza a su tozudo hermano, demostrarle que siempre estaría a su lado, aunque le agobiase. Cogió el teléfono y marcó el número de Silke, que le atendió al momento.

—Dime que quieres que haga—contestó Silke nada más cogerlo.

—Necesito una dirección—dijo sin más.

—Ya la tengo, nada más ver la portada me puse a buscar a tu hermano—le explicó Silke—A pesar de la hora que es llamé a la revista y no paré hasta que me dijeron donde localizarlo.

—No sabes cuanto te lo agradezco—murmuró Tom suspirando—¿Se puede hacer algo? ¿Impedir que salga la revista a la calle mañana?

—Me temo que no, Bill ya es mayor de edad y accedió a posar así porque...necesitaba el dinero—explicó Silke mordiéndose los labios.

Le pasó la dirección del motel en el que se alojaba y Tom colgó el teléfono sintiendo que se le revolvía el estómago. ¿Cómo podía su hermano haber caído tan bajo?

Sabía que no iba a poder dormir tras esa noticia, así que se vistió de nuevo y cogió el coche. Aparcó delante del motel y cuando llamó a la habitación sin obtener respuesta, se quedó esperando en la puerta.

Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora