Capítulo 9

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Esa misma tarde recibió una llamada que no se esperaba. A pesar de que les pidió que esperasen un tiempo a que su hermano descansara y recapacitara, sus amigos estaban muy preocupados por él y no le hicieron mucho caso.

—Hola Gustav—saludó suspirando.

—Tom, siento molestar ya sé que nos dijiste que no llamásemos, pero se ha filtrado la noticia de que Bill está contigo y que ayer le pasó algo grave que le llevó directo al hospital—explicó Gustav casi sin aliento.

—Maldita prensa—resopló Tom enojado.

—¿Qué tal está?—preguntó Gustav muy preocupado.

—Ahora mismo descansando—respondió Tom de nuevo suspirando.

—Se te oye cansado, ¿te está dando mucho trabajo?—preguntó Gustav imitándole, sabiendo lo imposible que se ponía su hermano a veces.

—Lo ha pasado muy mal, solo tiene que empezar a olvidarlo y....ver que no soy su enemigo, que solo le quiero ayudar.

Gustav resopló. Eso era mucho pedir, a veces Bill era muy cabezota y aunque dolía decirlo, rencoroso. Si alguien le hacía daño, le costaba olvidarlo y mucho más perdonar.

—Georg y yo pensábamos...que tal vez....—empezó a decir Gustav.

—Cuando le vea más animado sacaré el tema—prometió Tom asintiendo.

Se despidió de su antiguo compañero y colgó el teléfono mirando la hora. Eran casi las 7 de la tarde y ya tenía hambre. Se levantó decidido a preparar algo para los dos, a ver si le veía más animado.






Tras preparar en una bandeja un par de bocadillos y un vaso de leche para su hermano, entró en la habitación donde aún descansaba. Le vio tumbado de costado y dejando la bandeja sobre la mesilla se sentó en la cama y le puso una mano en el hombro.

—¿Estás despierto?—preguntó en voz baja.

Le vio girarse con esfuerzo y dirigirle una amplia sonrisa.

—Solo descansaba con los ojos cerrados, me siento muy bien—contestó Bill estirándose.

Tom sonrió y le ayudó a incorporarse. Puso la bandeja sobre sus rodillas y cogiendo su bocadillo empezó a comer viendo como Bill hacía lo mismo.

—Bill, me ha llamado Gustav—dijo de repente.

Le vio tragar con esfuerzo y dejar en la bandeja el vaso de leche.

—Él y Georg están muy preocupados por ti, se han enterado por la prensa de que estuviste en el hospital y...bueno...

—¿También ha llamado Gordon?—preguntó Bill poniéndose en alerta.

—No, prometí llamarle si te pasaba algo, y lo de ayer...bueno, en parte fue culpa mía y ya está olvidado, ¿no?—preguntó Tom con miedo.

—No fue culpa tuya y sabes que el pasado ya lo tengo olvidado—le aseguró Bill sin mucha convicción—Quiero empezar de nuevo, en todos los aspectos. Una nueva vida, retomar mi relación contigo desde donde la dejamos....

—Estábamos peleados—murmuró Tom sin querer.

—Olvidemos la pelea y empecemos de nuevo. Dos buenos hermanos, como siempre debimos serlo—pidió Bill.

Tom asintió sonriendo. Era un gran paso, Bill ya no sentía esa imperiosa necesidad de querer alejarse de su lado. Retiró de sus rodillas la bandeja una vez terminada esa improvisada cena, y no pudo por más que mirar su vientre abultado.

Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora