Capítulo 4

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Meses después


—No te preocupes Tom, hacemos un descanso.

Tom sonrió asintiendo a la persona que le hablaba a través de los auriculares y se los quitó suspirando. Se sentó en el taburete que tenía detrás y cogió la botella de agua que dejó en el suelo preparada, echando un trago de ella.

No sabía que le pasaba, esa tarde no conseguía dar dos notas seguidas sin que notara que la garganta se le secara. Cerró los ojos y se frotó la cara con ambas manos, sonriendo cuando sintió que le ponían una mano sobre el hombro y se lo apretaban.

—¿Cansado?—le preguntó una voz de mujer.

Alzó la mirada y asintió suspirando. Silke era tan buena con él...ni comparación con el antiguo productor...

—Vete a casa, ya lo terminamos mañana—le dijo Silke sonriendo.

—Nos hemos retrasado, no quisiera defraudarle tras todo lo que ha hecho por mí—se negó poniéndose en pie.

Cogió de nuevo los auriculares, pero antes de que se los pusiera Silke se los arrebató de las manos.

—Si no estás en condiciones no hacemos nada—insistió Silke—Necesitas descansar, y tomarte el día libre mañana.

—Pero Silke, así solo nos retrasaremos aún más, y Sammy...ha puesto toda su confianza en mi, no le quiero defraudar.

—Sammy me ha nombrado jefa tuya—dijo Silke poniéndose seria, adoptando el papel de exigente productora—Y te ordeno que te vayas a casa, descanses y mañana no hagas nada.

Tom sonrió dándose por vencido, pensando en lo distinta que era Silke de ese otro productor que tuvo cuando formó el grupo con su hermano y sus amigos...

—¿Estás bien?—preguntó Silke al ver que se le cambiaba el gesto.

—El cansancio—murmuró Tom carraspeando—Nos vemos el viernes, y muchas gracias por todo, Silke.

Se despidió de ella con un rápido beso en la mejilla y salió del estudio de grabación. Entró en el ascensor y pulsó el botón de la planta baja mientras se miraba al espejo que había.

Se puso su nueva cazadora de cuero, sacándose por el cuello las trenzas negras que se habían quedado pilladas. Echaba de menos sus antiguas rubias rastas, la gorra y la coleta que antaño llevaba. Pero cuando aceptó esa oportunidad que el gran Sammy Deluxe le ofreció no pudo negarse al cambio de imagen que implicaba.

Le trenzaron el pelo y se lo tiñeron de negro. Recordaba los primeros días, no podía dejar de mirarse al espejo, viendo lo mucho que se parecía a esa persona que tanto echaba de menos...

Sintió que se le secaba la garganta de nuevo y tragó con esfuerzo, dando la espalda al espejo. Se metió las manos en la cazadora y suspiró resignado. También le hicieron comprar ropas nuevas, dejando atrás sus sudaderas y camisetas. Solo se salvaron los pantalones anchos que aún llevaba.

Había dejado de ser Tom Kaulitz, antiguo guitarrista de un grupo que causó furor en su momento. Ahora era T.K, famoso cantante de rap. En solo dos meses, su canción "Alles schon da gewesen" ("Nada nuevo bajo el sol") ya estaba en el número 1 de muchos países, su único single en el mercado.

En esos momentos se hallaba sumergido en la grabación del que sería su primer disco en solitario. Siempre dijo que sabía cantar, pero que no lo hacía porque no quería. Cuando estaba en el otro grupo, aceptó a regañadientes hacerle los coros a su hermano, pero él siempre se dedicó a su amada guitarra, que aún tocaba todas las noches antes de irse a la cama.

Suspiró aliviado cuando el ascensor llegó a la planta baja y salió de la discográfica saludando con una inclinación de cabeza al guarda de seguridad. Se metió en su coche nuevo, un Escalade plateado que él mismo Sammy le había regalado y puso rumbo a su piso, cedido por el famoso cantante también hasta que él se comprara uno propio.






Llegó al edificio donde se hallaba el piso, que ocupaba toda la última planta y entró en el parking subterráneo. Dejó el coche bien aparcado en su plaza y usó la llave del ascensor privado que le llevaría directamente al piso.

Entró en el y fue directo al baño a darse una ducha caliente que le relajara, sentía los hombros cargados por la tensión en la que vivía en esos días. Salió del baño sintiéndose algo mejor y se puso solo un pantalón de pijama. Se preparó un bocadillo y se sentó a cenarlo mientras practicaba con su guitarra, no quería perder esa destreza de la que siempre hizo gala.

Cogió su vieja Gibson suspirando, la única que le quedaba. Tuvo que mal vender las demás con todo el dolor de su corazón para poder sobrevivir los primeros meses tras la separación del grupo, sin poder dejar de pensar en como lo haría su hermano...

Maldijo por lo bajo cuando sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. No podía evitar ponerse tenso cada vez que pensaba en él, que le abandonó de la noche a la mañana sin explicarle el porque ni dejarle una dirección en la que poder localizarle si era necesario.

Siempre pensando en una razón que explicara sus actos... ¿Qué estaría haciendo en esos momentos? ¿Por qué esa determinación a dejar el grupo y alejarse de su lado?

El sonido del teléfono le sacó de sus pensamientos. Dejó la guitarra a un lado y puso el manos libres suspirando.

—Hallo...—contestó sin muchas ganas.

—Tom, siento mucho molestarte—escuchó la alterada voz de Silke.

—No pasa nada ¿va todo bien?—preguntó extrañado de sentirla en ese estado.

—Aún no has mirado el correo, ¿verdad?—preguntó Silke.

—No, nada más llegar me metí en la ducha y ahora cenaba. ¿Qué pasa?—preguntó levantándose del sofá.

—Míralo, por favor—le suplicó Silke.

Ya estaba en el recibidor, cogiendo de la mesita el abultado correo que subió esa mañana y aún no había abierto. La mayoría eran revistas a las que estaba subscrito, y un par de facturas. Las cartas de las fans que aún le llegaban estaban en la discográfica, donde las leía y contestaba. No quería traerse trabajo a casa...

Regresó al sofá y empezó a ojear en busca de lo que quería Silke que mirara.

—La Glamour—dijo Silke, como si le estuviera viendo en esos momentos, pasando una a una las revistas con una expresión preocupada en la cara.

Tom fue directa a ella. No sabía porque la cogía si no la leía, solo la ojeaba por encima por si le mencionaban, gracias a sus nuevas ropas había marcado un nuevo estilo de moda y solía salir en cada una de las revistas que mas se compraban y le gustaba estar al tanto de todo lo relacionado con él, además de buscar nuevas tendencias aunque gracias a Silke siempre tenía lo último en moda colgado en su armario. Pero además de eso, también era aún conocido como el galán rompecorazones que fue una vez...y siempre seguiría siéndolo...

Nada más ver la portada sintió que le faltaba el aliento. Hacía muchos meses que no se veían, pero estaba como si por él no hubiera pasado el tiempo.

Ante sus ojos estaba su único hermano. Miraba a la cámara que le enfocaba pero sin verla, sus ojos miraban más allá de ella. No había una sonrisa en sus labios, como esa dulce que siempre lucía en los viejos tiempos....no, los tenía firmemente apretados. Su cara era recorrida por un triste gesto, enmarcada por su melena larga y negra. Se había quitados sus rubias mechas y lo llevaba algo más largo, cayéndole con soltura por la espalda.

Pero no era eso lo que le había llamado tanto la atención, lo que le hacía jadear con esfuerzo...

Bill salía en la portada de la revista sin vestir ningún tipo de ropa, completamente desnudo pero sin enseñar nada. Una de sus manos trataba de tapar su pecho en vano mientras que la otra la tenía firmemente puesta sobre su estómago...abultado en un evidente avanzado embarazo...


Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora