Los días pasaron y Bill se encontraba cada vez más pesado. Gracias a los cuidados de Tom, había incluso engordado un poco más y ya casi no podía andar. Los pies le mataban por no hablar de la espalda. El edificio en el que se encontraba el piso contaba con unos jardines privados, a los que bajaba en compañía de su hermano cuando no había nadie.
Le habían recetado descanso, pero también que paseara de vez en cuando y le diera el aire. Cuando se cansaba, se sentaba en una de las hamacas y Tom le contaba los planes del día siguiente. Había vuelto al trabajo, y para que no se quedara solo en el piso nada mejor que la compañía de sus amigos.
Gustav se encargaba de buscar una buena película que ver y Georg de la comida. Pasaban juntos todo el día hasta que él caía dormido en el sofá. Entonces no se enteraba de que apagaban la televisión y le tapaban con una manta, saliendo del salón para hablar los dos en voz baja.
Tom estaba haciendo un duro trabajo que le fue recompensado. Había sido nominado a un premio pero se negaba a ir a la gala. Bill estaba ya casi de 9 meses y no se quería separar de su lado...nunca más...
—No puedes dejarlo todo por mí. Irás, cantarás y te llevarás el premio al artista revelación—aseguró Bill con firmeza.
—Pero mírate, a punto de dar a luz, ¿cómo te voy a dejar solos?—insistió Tom en vano.
—Vendrán Georg y Gustav a hacerme compañía—contestó Bill resoplando.
—Pero no es lo mismo, si te pusieras de parto esta misma noche quisiera estar a tu lado, cogerte la mano, ayudarte a respirar...
—Lo harás, tranquilo que esta noche no pienso tener a mi hijo—prometió Bill riendo.
No tuvo más remedio que darse por vencido. Mucha gente dependía de él y no quería defraudar a Sammy otra vez. Iban retrasados en la grabación del disco y tras el nacimiento de su sobrino estaría más ocupado cuidando de él y Bill.
Le dejó en su habitación mientras él se iba a la suya a terminar de arreglarse. Se estaba calzando sus botas de piel negras justo cuando llamaron a la puerta. Corrió a abrirla dejando pasar a sus antiguos compañeros de grupo.
Los saludó con efusividad, agradeciéndoles que se quedasen con Bill en esa especial noche.
—Tenéis la nevera llena—explicó Tom, más bien dirigiéndose a Georg.
Sonrió al verle frotarse las manos y entrar directamente a la cocina. Aprovechando que Bill estaba en el baño, cogió a Gustav del brazo y se lo llevó aparte.
—Este es el número de Silke, si pasa algo la llamas aunque Bill se niegue en redondo—le dejó bien claro.
Gustav asintió y se guardó la tarjeta en el bolsillo trasero de su pantalón, apresurándose a esbozar una sonrisa cuando Bill apareció en el salón.
—Radiante, como siempre—le halagó sin dejar de sonreír.
No pudo evitar sonrojarse. Con su vientre hinchado de casi 9 meses de embarazo y su pelo lacio, que le pedía con urgencia un baño de color y recortar las puntas.
Pasó por su lado y le apretó con cariño el brazo. Se sentó con dificultad en el sofá y sonrió cuando Tom se apresuró a poner un puf bajo sus pies, que puso él mismo sobre el.
—He cogido patatas fritas, cortezas, galletas saladas y unos refrescos—anunció Georg entrando con una bandeja en las manos.
—¿Y para los demás?—preguntó Bill sonriendo.
Tom le imitó. Hacía mucho que su hermano no bromeaba como en los viejos tiempos, se le veía muy relajado y sonreía cada vez con más facilidad.
Les dejó preparándose ante el televisor para no perderse su actuación y se terminó de arreglar. Entró en el baño y se colocó mejor las trenzas sin dejar de sonreír. Se había vuelto más coqueto...

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Tal vez
רומנטיקהTal vez que su sueño se rompiera en mil pedazos fuera lo mejor que le podía haber pasado. En su momento solo lo vio como un gran problema que quiso que afrontar él solo, pero con el paso del tiempo vio que tal vez no estaba tan equivocado, que siemp...