Capítulo 23

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Se hallaba inmerso en la promoción de su primer disco. Su hermano le acompañaba en todos los viajes llevando con ellos al hijo de ambos, no le podía pedir más a la vida. Todas las noches regresaba al hotel con una amplia sonrisa en los labios. Siempre pedía dos habitaciones continúas que se comunicaran con una puerta interior, y todas las noches entraba en la de Bill y se colaba bajo las sábanas.

Bill le acompañaba siempre que podía, le encantaba estar entre bastidores viéndole cantar, recordando los viejos tiempos....

Pero esa noche Matthew tenía unas décimas de fiebre y no quiso dejarle solo con la niñera que Silke les había encontrado. Se quedó él mismo y le durmió acunándole en los brazos mientras seguía la actuación desde la tele.

Pero por muy tarde que regresara, él le esperaba despierto. Nada más sentirle en su cama, se daba la vuelta y le abrazaba con fuerza suspirando contra sus labios.

—El pequeño Matthew duerme plácidamente—comentó Tom también suspirando.

Había estado toda la noche pendiente del móvil, le hizo prometerle que si le subía la fiebre le avisara de inmediato. Pero no recibió ninguna llamada y antes de colarse en su cama se inclinó sobre la cuna de viaje que estaba colocada en el lado en el que dormía Bill. Puso la mano con suavidad en la frente de su hijo, y sonrió al no sentirle caliente.

Le besó en la mejilla y rodeando la cama se desnudó antes de prepararse a pasar una noche más entre los brazos de la persona que más amaba en el mundo.

—Hoy has estado mejor que nunca—dijo Bill con firmeza.

Tom sonrió contra su mejilla. Siempre le decía lo mismo, que con el paso de los días lo iba haciendo cada vez mejor y no entendía porque se escondía tras su guitarra sin que nadie pudiera apreciar esa dulce voz.

Cada vez que "discutían" sobre quien cantaba mejor, pues para él Bill jamás dejaría de ser el cantante de la familia, terminaban en una batalla en la que Matthew era el juez. Quien lograra dormirle cantándole una nana, ganaba....aunque él siempre pensaba que su hijo terminaba por hacerse el dormido con tal de que los dos se callaran...

Sonrió ante su broma y sin dejar de abrazar a su hermano cerró los ojos y se dispuso a dormir. Estaba cansado, llevaba toda la semana viajando y al día siguiente sería su última actuación. No podía arrastrar por medio mundo a Bill cargando a su hijo, habían esperado a que fuera un poco mayor, pero aún con sus 10 meses a él le parecía aún ese bebé que sostuvo en sus brazos el primer día de nacer.

Se quedó dormido con esa idea en la mente, la de volver a acunar a un recién nacido...







Cuando abrió los ojos ya había amanecido. El sol entraba por la cortina medio echada de la habitación de su hermano. Tenía que acordarse de levantarse y deshacer su cama, no fuera que alguien... "sospechara".

Así eran todas las mañanas, hacía como que había dormido en su propia cama cuando no era así. Siempre se despertaba abrazado a Bill y no paraba de besarlo hasta lograr despertarlo. Y en eso estaba hasta que unos gorgoritos infantiles les interrumpieron...

—No pares—pidió Bill haciendo un puchero.

—Lo siento, pero hay un ser pequeñito que se va a enfadar si no le damos a él también un beso—comentó Tom riendo.

Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora