No entendía que podía haber pasado. De repente su hermano volvía a actuar como antes, quejándose de que Matthew no le dejaba dormir y necesitaba descansar, de que siempre se estaba manchando y cuando lloraba no le podía consolar. Tom comenzaba a perder los nervios también. Quería ayudarle, pero cada vez que le preguntaba que le pasaba, él le contestaba que le agobiaba y entonces no insistía por temor a que decidiera irse de nuevo de su lado.
Ese día le había dejado solo con su hijo, al parecer se había levantado con buen pie y cuidaba de él con una ligera sonrisa en los labios. Camino del estudio de grabación se preguntaba si lo que tenía era una depresión posparto, aunque ya actuaba de esa manera mucho antes de tener a su hijo en los brazos.
No, algo del pasado era lo que hacía actuar de esa manera a su hermano. Y se negaba a contárselo.
Fue directo al despacho de Silke, ya habían pasado tres semanas desde que le pidiera ese gran favor. Por lo menos no había vuelto a tener noticias del supuesto padre de Matthew, le dijo que ya le llamaría y estaba esperando sin hacer nada. Tenía miedo de que se adelantara a los acontecimientos y una buena mañana viera en los titulares que aparecía diciendo que él era el padre y como se lo montó con su hermano.
—Silke, por favor dime que tienes algo—dijo nada más entrar en su despacho.
—Tom, siéntate—pidió Silke muy seria.
La obedeció de inmediato, sentía que le temblaban las piernas. Sobre su mesa había abierta una carpeta y Silke la estaba estudiando con la frente arrugada.
—Es...es el padre de Matthew, ¿verdad?—preguntó con un hilo de voz.
—No Tom, no lo es—contestó Silke para su alivio—Les pedí que repitieran las pruebas todas las veces que hicieran falta para asegurarnos y siempre con el mismo resultado. Negativo.
Se llevó las manos a la cara y no pudo evitar sollozar contra ellas. Así que ese no era el padre de su sobrino, entonces... ¿quién?
—Se te ve muy cansado, tómate el día libre—le ordenó Silke con suavidad.
—A este paso el disco no se grabará nunca—murmuró Tom carraspeando.
—No estás en condiciones de dar dos notas seguidas. Vete a casa y procura descansar—insistió Silke.
Tom cedió de mala gana. Si volvía al piso tendría que enfrentarse a su hermano, y no sabía si estaba preparado. Le dio las gracias a Silke y entró en el ascensor secándose por el camino las lágrimas. Entró en su coche y trató de mantener la calma mientras conducía.
Llegó al piso y nada más entrar por la puerta lo primero que escuchó fue el llanto amargo de Matthew. Maldijo por lo alto y entró en la habitación de su hermano, cogiendo al bebé en brazos.
—No podía hacer que se callara—escuchó la débil voz de Bill.
Se giró con rapidez y le vio sentado en el suelo en un rincón de la habitación. Tenía muy mal aspecto, los ojos rojos por haber estado él también llorando y el pelo revuelto como si se hubiera pasado las manos por el, tratando de taparse los oídos y así no escuchar a su hijo.
Antes de decirle nada se entretuvo calmando a su sobrino, que se quedó dormido en sus brazos con un ligero hipo, cansado de tanto llanto. Lo acostó con cuidado y se volvió mirando seriamente a Bill. Pero antes de que pudiera decir algo, le vio levantarse y dirigirse al otro lado de la habitación. No se había dado cuenta cuando entró, pero había una pequeña maleta preparada que cogió sin decir nada.

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Tal vez
RomanceTal vez que su sueño se rompiera en mil pedazos fuera lo mejor que le podía haber pasado. En su momento solo lo vio como un gran problema que quiso que afrontar él solo, pero con el paso del tiempo vio que tal vez no estaba tan equivocado, que siemp...