Capítulo 28

120 21 0
                                        


Entraron en su coche y le llevó a casa sin decir nada. Entraron en ella y le explicó por encima a Gordon que la policía no sabía nada y que cuidara de Bill mientras él se iba a la discográfica.

—¿Me dejas solo...y con él?—preguntó Bill una vez a solas en su habitación.

—Bill, no empieces—cortó Tom resoplando—Gordon se ha portado siempre muy bien con los dos, más contigo aunque tu te negaras a verlo. Es normal que hayas pensado que pudo haber sido él por el bien de nuestro hijo, pero ya has visto que él no ha sido.

—Entonces ¿quién?—estalló Bill en lágrimas—¿Quién me quita a mi hijo de las manos sin dejar ni rastro? ¿Para qué se lo han llevado?

Tom se apresuró a abrazarlo mientras susurraba contra su pelo que todo iba a salir bien y cuando menos se lo esperase estaría acunando a su hijo en brazos de nuevo. Le estuvo consolando hasta que cayó rendido por el llanto, entonces le soltó con suavidad de no despertarlo y tras cubrirle con una manta y besarlo en los labios bajó a la cocina a despedirse de su padrastro.

—Tengo que ir un momento a la discográfica—explicó por encima—¿Vigilas a Bill?

—Claro, pero ¿por qué tienes que ir? No estás en condiciones de trabajar...—empezó a decir Gordon.

—Tengo que firmar unos papeles que corren prisa—mintió Tom de nuevo—Por favor, no dejes que Bill salga de casa.

Gordon lo prometió y solo entonces se fue Tom. Se dirigió a la discográfica como una bala y tras saludar con una inclinación de cabeza a la recepcionista entró en el ascensor y subió a la planta en donde retenían a ese desgraciado.

Entró en la sala sin llamar a la puerta, encontrándoselo cómodamente sentado ante una mesa. Nunca antes se habían visto, solo habían hablado por teléfono cuando le reclamó la paternidad de su propio hijo. Se quedó estudiándolo de arriba abajo, tendría unos 25 años y era castaño con el pelo largo. Los ojos los tenía verde y un ligero tic en el ojo derecho que le indicaba que estaba muy nervioso o quizás ocultara algo.

—Tom, él es Patrick—presentó Silke, que se había quedado vigilando a su "invitado".

—No nos habían presentado formalmente—murmuró Patrick sonriendo—Solo me conoces porque soy el que se tiró a tu hermano.

Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no saltar por encima de la mesa y estamparle un puño en su asquerosa cara. ¡Decir eso de Bill! Y delante de él, ¿qué se esperaba? ¿Qué se quedara callado?

Pero debía hacerlo, por el bien de su hijo debía tragar y no estallar hasta tener delante de él al verdadero culpable, y hacerle pagar todo el daño que les había causado, y el miedo que estaría su hijo sintiendo en esos momentos.

—¿Nos sentamos?—intervino Silke tratando de calmar las cosas.

Tom asintió y se sentó enfrente de Patrick, que esbozaba una fea sonrisa en la cara.

—¿Dónde está mi...sobrino?—preguntó Tom rectificando en el último segundo.

La palabra hijo flotaba en su mente y había estado a punto de delatarse a él y a Bill.

—No lo sé—contestó Patrick sin pestañear—Ya se lo he dicho al matón que me has mandado para que me traiga aquí a rastras.

—Sammy ya le ha interrogado y no ha sacado nada claro—explicó Silke mirando a Tom fijamente.

—Fijo que miente—soltó Tom resoplando—Te lo pondré fácil, dame a mi sobrino ahora y no te denunciaré.

—Te repito que yo no tengo al niño—gritó Patrick—Y puedes denunciarme, que yo haré lo mismo por retención ilegal.

Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora