XXII.- Nuevos Recuerdos y Experiencias

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Salimos de la sala de simulación del BRC, Mauricio y yo, tras una intensa sesión de reconocimiento de pista para la próxima temporada del TCR. El ambiente estaba cargado de la energía típica de los pilotos después de un entrenamiento.

—No me vas a superar en la próxima carrera —me molestó Mauricio con una sonrisa juguetona—. Estás muy lenta.

—Disculpa, pero hice mejor tiempo que tú —respondí, defendiendo mi desempeño en la simulación.

Mauricio rió, claramente disfrutando de la competencia amistosa.

—Eso se verá en la pista real. Las simulaciones son una cosa, pero la verdadera competencia es otra historia —comentó, desafiante.

—Bueno, prepárate para sorprenderte —le dije, devolviéndole la sonrisa. Esa rivalidad era parte de la emoción del deporte.

Llegamos al área de descanso, seguimos debatiendo sobre quién tendría el mejor desempeño en la siguiente carrera. La competencia entre compañeros de equipo siempre añadía un toque extra de emoción al ambiente.

—¿Y si hacemos una apuesta? —propuso Mauricio, con una chispa traviesa en los ojos.

—¡Estás hablando mi idioma! —respondí con entusiasmo—. ¿Qué tienes en mente?

Mauricio pensó un momento y luego sonrió confiado.

—El perdedor paga la cena después de la carrera. ¿Trato?

—¡Trato! —acepté de inmediato—. Prepárate para sacar la billetera, porque esa cena va a ser cara. Me la pagas en Mónaco.

—¿Por qué en Mónaco? —preguntó curioso.

—Me esperan allá, tengo que viajar después de la carrera.

—Entonces, será una cena en Mónaco. Estaré esperando ver si realmente puedo pagarla —comentó, desafiante.

—Estás subestimando mis habilidades en la pista y mi elección de restaurantes. Prepárate para una sorpresa —le dije, riendo.

Mientras seguíamos conversando, Mauricio mencionó el matrimonio de su hermana, lo que despertó mi curiosidad.

—¿Ya te dio mi hermana la invitación para su boda? —preguntó.

—Sí, ya la tengo. Parece que será un evento increíble. ¿Tú te vas a escapar? —le pregunté, intrigada.

—Por supuesto, seré el caballero de honor. Además, ¿quieres un secreto? —dijo Mauricio con una sonrisa cómplice.

—¡Claro! Dime.

—Ya hicimos una apuesta similar sobre quién atraparía el ramo. Las apuestas son una tradición en nuestra familia —confesó, riendo.

—Espero que tengas más suerte con la apuesta del ramo —comenté, riendo también.

—Veremos qué pasa. Y hablando de bodas, ¿cuándo te casas tú? —preguntó, cambiando de tema.

—Buena pregunta. No tengo planes concretos y ni siquiera estoy ennoviada, pero ya veremos —respondí, sintiendo la presión amistosa de su pregunta.

Mauricio asintió, respetando mi respuesta.

—¿Cómo será la boda de tu hermana? ¿Civil en Londres o en Ecuador? —pregunté, curiosa.

—El civil será en Ecuador, pero la ceremonia religiosa será en Exeter, Inglaterra. Allí tiene la casa familiar de la madre de Amira —explicó Mauricio.

—Menos mal que pensó en nosotros al elegir la fecha —bromeé—. Seguro Amira está emocionada.

—Sí, lo está. Y ser caballero de honor tiene sus responsabilidades. ¡Espero estar a la altura!

Un Corazón con MotorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora