XXIV.- Espérame... Me Alcanzaras

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Cambridge, 11 de octubre de 2014

Ayer fue el último día de exámenes en la universidad, estaba preparando mi maleta para viajar a Madrid este fin de semana; quería distraerme después de la semana que había tenido, el fin de semana que pasó fue el Gran Premio de Suzuka el cual no pude ver, pero llame a Jules para saber como se encontraba antes de la carrera, tampoco he visto los videos en internet sobre las cosas que pasaron durante el Gran Premio porque pasaba más tiempo en la Biblioteca o en mi habitación estudiando que haciendo vida social.

¿Ya te vas? —me pregunta Jessica desde la puerta de la habitación que compartimos.

Si, quiero darles una sorpresa a todos después de haberme desconectado por algunos días —dije emocionada.

Mientras terminaba de cerrar mi maleta, Jessica me interrumpe.

Oye, Cris te llevará al aeropuerto, ¿estás lista?

¡Oh, sí! No esperaba que Cristhian fuera tan amable. Dile que estoy bajando en unos minutos.

Bajé las escaleras con mi maleta en brazo, Jessica a mi lado. Al llegar al último escalón, vi a Cristhian esperándonos.

—Hola, chicas. ¿Lista para partir, Ericka?

—Sí, gracias por llevarme, Cris. Necesitaba un respiro después de estos exámenes.

Le entregué mi maleta a Cristhian para que la subiera al coche. Mientras tanto, contestaba una llamada. Era Hervé, el padre de los Leclerc.

—¡Hola, Hervé! ¿Cómo está? —saludé emocionada.

Hola, Ericka —la voz del patriarca Leclerc era seria, por lo que pense que existia algun problema alla en Mónaco.

¿Está bien?¿todos están sin novedad?—preugnte con preocupación pero aún sonriendo.

Eri, necesito que te mantengas tranquila y no te alteres. Hay algo que necesito decirte —advirtió Hervé.

Mi emoción se transformó en preocupación. ¿Qué podría ser tan importante?

—Dime, ¿qué sucede? —pregunté, intentando controlar la ansiedad.

—Ericka, Jules tuvo un accidente durante el Gran Premio de Suzuka. Está en el hospital y la situación es grave —me informó Hervé con seriedad.

El mundo pareció detenerse por un momento. Mis piernas perdieron fuerza, y me aferré a la barandilla de las escaleras para no caer.

¿Qué... qué estás diciendo? ¿Un accidente? ¿Jules está herido? —pregunté, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de mí —¿Charles y Arthur... lo saben?

—Acabo de informarles—explicó Hervé, buscando tranquilizarme.

Mis amigos en la casa notaron mi repentina conmoción. Miradas de preocupación se intercambiaron entre ellos mientras yo intentaba procesar la impactante noticia.

—¿Por qué no me lo dijeron antes? —pregunté con voz temblorosa y lágrimas asomando en mis ojos —¿Por qué no... no me llamaron antes? ¡Tenían que decírmelo es mi prometido!

—Ericka, necesitábamos confirmar todos los detalles antes de compartir la noticia. No queríamos causarte más preocupación sin tener información precisa —se disculpó Hervé.

La noticia me dejó completamente desmoronada. El dolor y la impotencia se apoderaron de mí. Tuve que sentarme en las escaleras para no caer al suelo.

¿Cómo está? ¿Cuándo puedo ir a verlo? —pregunté, luchando contra el nudo en mi garganta.

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