XXIII.- Enfrentando la Pista

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Los días de semana en los Grandes Premios son una locura: oficina, garaje, pilotos, ingenieros... no hay respiro. Pero tras diez años en el circo de la Fórmula 1, he aprendido a manejar el caos. Ya estábamos en sábado, día de clasificación en el Gran Premio de Australia.

Yo ya no estoy para estos trotes —se queja Daniel, que me acompaña mientras aprovechamos la hora del almuerzo.

—Tienes treinta y tres, no ochenta —le recuerdo, divertida.

Sí, pero después de tantas vueltas, me siento de ochenta. —Daniel se acomoda en su silla con exagerada pesadez.

Por lo menos aún estás como piloto de reserva —bromeo mientras me da un leve golpe en el hombro— ¡Daniel! Aún duele...

Perdón, se me olvida que estás medio manca —responde entre risas, pero le doy un toque en la cabeza.

A ver si así te acuerdas —me río, mientras él finge dolor—. Pero en serio, ¿cómo llevas lo de ser reserva esta temporada?

Es un poco raro, la verdad. Estoy acostumbrado a estar en la pista, con la adrenalina de la carrera. Ahora, siendo reserva, es otro rollo. Me quedo cerca de la acción, listo por si pasa algo, pero no es lo mismo. No es lo que soñaba, pero al menos sigo dentro del equipo. —Daniel toma un sorbo de su bebida, reflexionando.

Y en el fondo, sabes que hay posibilidades de que te llamen para correr. No subestimes lo de ser reserva, siempre hay sorpresas en la F1 —le digo con una sonrisa.

Sí, tienes razón. No me extrañaría si al menos una vez en la temporada me toca subirme al coche —Daniel parece más animado, hablando de la posibilidad.

Nuestros platos llegan y comenzamos a comer mientras seguimos charlando de carreras pasadas. De repente, veo a Charles acercándose a nuestra mesa.

No te lleves a mi mejor amiga, francesito —le suelta Daniel, recordándome las bromas de cuando nos conocimos.

En aquellos tiempos, Daniel decía lo mismo cuando estaba con Jules, y desde hace algunos años, ese comentario es para Charles.

Tranquilo, no tengo intención de robártela. Solo vine a saludar —responde Charles con una sonrisa, sentándose con nosotros.

¿Qué tal todo, Campeón? —le digo, dándole la bienvenida.

Bien, bien. La pista está siendo más difícil este año, pero eso lo hace más emocionante, ¿no? —Charles responde, animado.

Claro, los desafíos son lo que nos hace mejorar —añade Daniel con entusiasmo.

Eso es lo que nos apasiona, la mejora constante —agrego, compartiendo su visión.

La conversación fluye con la misma naturalidad de siempre, entre anécdotas divertidas y momentos únicos de la pista. Charles cuenta algunas historias recientes que nos hacen reír mientras comentamos las expectativas de la temporada.

Miro la hora y noto que es momento de la Sprint.

Tengo que ir a ver al Leclerc pequeño —les aviso levantándome—, porque luego se pone celoso. ¿Venís?

Voy contigo, es mi hermano —dice Charles, poniéndose de pie.

Y yo también, no tengo nada mejor que hacer —añade Daniel mientras se levanta—. Además, me cae mejor Arthur que Charles.

Entre bromas y puyas, la charla fluye fácil, aunque a veces uno de ellos acaba algo enfadado, y siempre me toca intervenir antes de que se arme una buena.

Un Corazón con MotorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora