capitulo 35 " Hilo rojo P:1"

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" Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper"

-anónimo

Una gota de sudor bajaba por su espalda mientras se detenía tomando pequeñas bocanadas de aire mientras trataba de llegar a la salida y tomar un taxi. No iba a esperar que una bola de inútiles quisiera compadecerse de ella y ayudarla. Siempre había hecho las cosas sola, jamás había necesito a nadie y no iba a empezar ahora.

Trató de seguir caminando mientras se apoyaba en lo que pudiera. Algunas personas se habían acercado a ella, pero como no entendía nada de lo que decían simplemente los había ignorado. El dolor era insoportable, pero había tanto trabajo, tantas cosas que hacer. Además debía de buscar a Rebecca y exigirle que le diera la cara. La había dejado como una estúpida parada en medio de un parque sin darle oportunidad de explicarse. ¿Qué quería la maldita mujer? ¿Qué la engañara? Quería que le diera flores y corazones y al final terminar sufriendo. Eso era algo que no iba a pasar.

No porque Freen se considerara un alma noble que se preocupara por la gente. En realidad para ella toda la gente a su alrededor podía irse reverendamente a la mierda. Pero contra todo pronóstico Rebecca era diferente para ella. Rebecca le inspiraba tantas cosas. Era algo que simplemente no podía explicar. Era tan extraño sentir como siempre era impulsada a ella. Que desde que habían viajado a Japón y habían tenido su primera cita solo podía pensar en ella. Y cuando habían estado juntas y habían tenido esa noche maravillosa las cosas se habían vuelto más problemáticas.

Freen respiró hondo deteniéndose en una banca y sentándose un momento mientras sentía que el dolor poco a poco iba bajando. Era siempre así, un dolor intenso la atacaba y luego poco a poco iba disminuyendo. Era un dolor que había aprendido a sobrellevar sola. No necesitaba a un estúpido doctor diciéndole lo que debería de tomar. No necesitaba a un idiota especialista en "terapia" le dijera que debía manejar mejor el estrés. Que debía de llevar una vida más saludable y relajada.

¿Una vida saludable y relajada? Que acaso los doctores no vivían en el mundo real. Freen era una mujer sumamente ocupada. Tenía trabajos que valían millones de dólares y diseñaba para grandes celebridades que esperaban lo mejor de ella. ¿Relajarse y tomar un spa? Eso era para los débiles. Freen no era débil. Había sido una niña que no había tenido nada y que el mundo poco a poco se había ido abriendo para ella. No había sido por los Sarocha y por su dinero. Había logrado las cosas, sola. Había creado su imperio a base de su esfuerzo. Y nadie le había regalado nada para llevarlo a cabo. No le debía nada a nadie y jamás rogaría a nadie por estar a su lado.

Rebecca se había ido por propia voluntad. Ella siempre había estado sola. No necesitaba que nadie estuviera a su lado si no quería estarlo. No iba a rogar a nadie. ¿Qué acaso olvidaban quién era? Era Freen Sarocha. No rogaba a nadie. Jamás lo haría. Nunca. Ni siquiera por la mujer que le había dado el mejor sexo de toda su maldita vida. No iba a rogarle a nadie, ni aunque fuera Rebecca.

-¡Freen! -gritó Rebecca mientras corría desesperada y Freen alzó su rostro gimiendo de dolor por el movimiento para enfocarla a pesar de sentir sus pómulos pesados y tener los ojos un poco desenfocados-. ¿Freen que haces? -dijo Rebecca preocupada mientras Freen la veía sin entender cuando llegó frente a ella.

-¿Qué haces aquí? -dijo Freen tratando de verla a los ojos-. Me dejaste como una estúpida de pie hace unos minutos.

-¿Qué es lo que tienes? -dijo Rebecca rápidamente-. Una mujer llegó al templo a pedir ayuda y escuché tu nombre-empezó Rebecca-. Estaba tan preocupada que empecé a correr. ¿Qué tienes?

two soulmates in search of the red threadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora