Patrón

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Erick rechazó el intento de Mia por acercarse, por abrazarlo, por hacer un simple contacto visual. La apartó de sí con brusquedad, haciéndola caer sentada en el sofá.

-No voy a pasar por esto, Mia. No me vas a envolver como siempre haces, no me vas a convencer de que eres la que dice la verdad, la que está en lo cierto, la que solo se defiende de un mundo que pelea al completo contra ella...

-Erick, por favor -Mia lloraba sin control ni descanso-, créeme. Tú siempre me has querido y siempre me has creído...

-¡Y he sido un gilipollas! ¿Por qué tienes que echarlo todo a perder? ¿Por qué tengo que tirar de contactos, exponerme, suplicar, sobornar, hacer lo indecible para conseguirte una oportunidad y tú por tu parte no puedes estar ni un solo jodido día sin liarla? -Erick se abalanzó hacia el sofá, deteniéndose a un milímetro de Mia y le rugió a la cara como un león al que han apuñalado- ¿Por qué todo es tan putamente imposible contigo, jodeeeeeeer?

-Tienes que creerme, Erick, yo no lo hice. Ayúdame, por favor, créeme. Ayúdame, por favor, créeme. Ayúdame, por favor, créeme. Ayúd...

-¡Cállate, puta loca de mierda! 

Mia seguía en su bucle: "Ayúdame, por favor, créeme". Lo repetía sin parar, sin respirar entre medias, dejando escapar el hilo de voz entre el llanto. Pero Erick no iba a ayudarla, no iba a hacerle más favores, no le creía...

-¿Que te ayude a qué, Mia? ¿A prenderle fuego a esta casa otra vez? O mejor, a mi oficina. No, ¿sabes qué? Como ahora lo que te va es matar niños, ¿qué te parece si vamos al cine y quemamos una puta sala que esté echando cualquier cosa de Disney?

-Ayúdame, por favor, créeme. Ayúdame, por favor, crée...

-¡Que te calles ya, joder! No me vas a volver loco repitiendo una y otra vez tu maldita frase de loca. Me estoy jugando el puto cuello por ti, a todos los niveles. Todo lo que he conseguido después de que tú me dejaras hecho mierda ahora mismo está en riesgo. Una vez más te lo he puesto todo a huevo para que me vuelvas a dejar sin nada. He puesto mi puto trabajo en peligro por ti. Le he pedido ayuda hasta a mis enemigos por ti y tú, grandísima hija de puta, no has sido capaz de comportarte como alguien decente por un puñetero día, ¡uno, Mia! ¡Un día!

-Ayúd...

Erick, enajenado, se echó sobre Mia, con una mano cogió su pelo y tiró de su cabeza hacia atrás. Con la otra cubrió su nariz y su boca, creando una ventosa inexpugnable.

-¿Quieres ayuda? ¿Quieres que te ayude? ¿No quieres ser una asesina de niños? Pues muérete tú, Mia. Eres una alimaña, un cáncer, un jodido veneno. Has incendiado un puto colegio, maldita psicópata de los cojones, ¿quieres que te ayude? Pues esta es mi ayuda para ti. Para ti y para todos los que vamos a vivir en un mundo un poquito mejor si por fin nos deshacemos de una enferma como tú -Mia se retorcía, intentaba chillar, intentaba zafarse, sin éxito-. ¿Te acuerdas de aquella vez en la casa rural con mis amigos? ¿Te acuerdas de lo que hiciste, hija de la grandísima puta? Yo sí me acuerdo, yo no te lo perdono. Soy un huevón pero tengo memoria...

El cuerpo de Mia se tensó por un instante y, acto seguido, perdió toda consistencia.


No había pasado demasiado tiempo inconsciente. El justo para despertarse sola, después de que Erick comprobara que tenía pulso y evitara reanimarla, para no tener que seguir escuchándola, y para darse a sí mismo un margen que le permitiera calmarse y hacer algunas llamadas.

-¿Qué hace aquí esta puta? -Dijo Mia en cuanto abrió los ojos, a la defensiva, pero con la voz débil.

-¡Vaya! Por fin coincidimos en algo, porque yo me hago exactamente la misma pregunta...

-Paula -intervino Erick- no te pongas a azuzarla, por favor.

-¿Para qué traes aquí a tu amante? ¿A la que nos jodió el matrimonio? ¿Es para vengarte de mí? ¿Sigues con ella? ¿Estáis juntos?

-Mia, no es momento para esto, te lo pido por favor -Erick, recompuesto, quiso mostrarle amabilidad, como un intento de compensar la escalada anterior-. Se me ha ido la cabeza por completo y siento mucho lo que te hice. Te desmayaste porque te impedí respirar, pero solo me di cuenta una vez hecho, en el proceso no supe ver que eso podía pasar. Estaba harto, muy enfadado contigo y aturdido de que repitieras una y otra vez lo mismo, y no supe hacerlo mejor...

-Ah, ¿que eres tú el que le tiene que pedir perdón a esta puta arpía quemaniños?

-Paula, esto es entre Mia y yo. No te llamé para que te metas en esto.

-¿Y en qué sí me puedo meter, si se puede saber? Porque sacaste a esta zorra de la cárcel, la metiste en tu casa, le limpiaste el prontuario y la enchufaste en un colegio sin decirme absolutamente nada, tirando de dinero y de contactos en los que se supone que algo tendré que ver, porque soy tu socia, ¡y se supone que entre nosotros no nos apuñalamos por la espalda!

-Lo siento, Paula. Tienes razón. Te lo tenía que haber contado.

-Erick -Mia enganchó con su mano, aún sin mucha fuerza, el cuello de la camisa blanquísima-, por favor, habla con los padres de Lucía, la niña que me salvó. Que alguien les pregunte, por favor...

-¡Lo que nos faltaba! -Exclamó Paula-. ¿De verdad te piensas que somos así de idiotas? Eres una pirómana o una terrorista o una pirómana terrorista, lo sabe Dios, y me tiene sin cuidado. Lo cierto es que eso, lo que seas, lo ha firmado un psiquiatra, lo ha dictaminado un juez, has reincidido mil veces, ¿y de verdad te piensas que somos tan imbéciles como para creer en lo que sea que pueda decir una niña de ocho años que no sabe que su profe es una asesina en potencia?

-Erick...

-Tranquila, Mia. Ya han hablado con los padres de Lucía. Ella dice que tú estuviste en el aula todo el tiempo, que te hizo un resumen sobre lo que habían estado haciendo con la otra profesora, y que la alarma de incendios te asustó tanto, que tuvo que sacarte ella, porque tú no te movías de tu sitio.

-Es que fue así de verdad... Erick... -Mia cogió la cara de su exmarido entre las dos manos.

-La niña se habrá asustado muchísimo, como es lógico y normal -Paula volvió a intervenir- y recordará las cosas de cierta manera. No esperemos que en la mente de una niña de esa edad quepa tan siquiera la posibilidad de que su propia profe haya puesto a todo el colegio en peligro. Es normal que cuente lo que considera más sensato...

-Mia, me encantaría creer que lo que dices es como tú lo dices y que la versión de la niña, de Lucía, sirve para apoyar la idea de que tú no tuviste nada que ver. Pero el informe preliminar del perito dice que el fuego en el colegio fue provocado y...

-Mia, reinvéntate un poquito al menos -volvió a meterse Paula-. En el informe del perito consta que se ha utilizado un acelerante Clase B, que podría ser un tipo de acetona, combinado con trozos de ropa. ¿Te recuerda a algo todo eso?

Mia se enroscó sobre sí misma y empezó a susurrar, como si lo dijera solo para ella, mientras se balanceaba: Erick, ayúdame, por favor, créeme...

-Yo te quiero ayudar, cariño, y te juro por el dios ése en el que tanto cree mi madre que daría lo que fuera por creerte y porque todo lo que dices y lo que dice la niña fuera verdad. Pero, Mia, acetona y trozos de ropa -Erick hizo una pausa y ayudó a Mia a recuperar una postura que le permitiera mirarla a los ojos-. Nena... es un patrón.

OTRO INCENDIO POR LLEGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora