Inocente

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-¡Bienvenido al que fue mi primer apartamento! No es el mejor hotel en el que has estado, pero servirá para que recargues las pilas mientras vemos cómo enfriar la calle y preparar tu regreso.

-¿De verdad ese es el plan? ¿Enfriar la calle?

-El de Ruth, no sé, pero el mío sí. Erick, yo no quiero seguir llevando toda esta mierda yo sola. Estas semanas sin ti han sido un puto infierno. No sé gestionar a Ruth, los Latin Boys me huelen el racismo a kilómetros y ahora tenemos como añadido a la enana esa... Mary Mantilla.

-¿La periodista de la rueda de prensa?

-La misma.

-¿Qué pasa con ella?

-Pasar, no pasa nada, pero Ruth no se fía y me ha pedido que la mantenga a raya. Que la busque, que hable con ella, que la intimide de alguna manera. A Ruth le preocupa... bueno, y a mí, no te voy a engañar, que trabajando en ese periodicucho de mierda esa mujer tuviera información tan buena.

-¿Tan buena como que estoy muerto? Está perdida, como un pulpo en un garaje, Paula...

-Tu muerte es un detalle menor. Estaba informada de la reyerta y creemos que sabe más cosas o que tiene fuentes muy buenas...

-Trabaja en un periódico para inmigrantes, podría ser alguien de los Latin Boys.

-No te creas, Erick. Los Latin Boys no serían tan idiotas de ponerse a sí mismos a un sabueso detrás... si al tipo que te hizo eso lo borraron del mapa enseguida, ninguno de ellos habría ido a chivarse con una periodista.

-¿Y qué vas a hacer? -Dijo Erick, mientras miraba su móvil.

-No tengo ni idea. Ofrecerle dinero u otra información a cambio de que desista de esta. Algo se me ocurrirá y Ruth también está en ello.

-¿Eso te ha dicho?

-Erick, ¿qué te pasa? ¿Acaso Ruth nos tiene que decir que se va a meter en todo y a complicarlo todo? Es obvio que estará buscando la manera de aplacar a la periodista, por mucho que, supuestamente, me lo haya encargado a mí.

-Sí, tienes razón. Solo estoy... cansado, no sé. Me gustaría tumbarme un rato y desconectar...

-Claro... lo dicho, estás en tu casa. Si tienes cualquier duda sobre la calefacción, el horno, lo que sea, me llamas y lo vemos, aunque hace mucho que no vivo aquí y... yo qué sé, supongo que todo funciona, estuvo alquilado hasta hace no mucho.

-Gracias, Paula. Eres mi salvavidas.

-Y tú mi ángel de la guarda, siempre -Paula se hizo pequeña buscando un abrazo de Erick-. Estoy muy feliz de que estés aquí, no sé qué habría sido de mí si...

-Shhhh -Erick hizo el sonido para callarla, apoyando los labios en su pelo-. Lo único que importa es que eso no pasó. Hablamos mañana, ¿vale?

En cuanto Paula salió del apartamento, Erick volvió a coger el móvil y contestó al mensaje de Telegram que había recibido minutos antes. Poco después, el toque de unos nudillos en la puerta del apartamento fueron su señal.

-¿Aquí vives ahora, cabrón? Menudo zulo de narco te has agenciado...

-Venga, calla y entra, anda. Es el apartamento de una amiga, me lo deja por lo que dure toda esta payasada.

-¿Te refieres a lo de estar muerto? Lo he visto en la tele, bueno, ¡y dónde no! Está por todas partes, Erick...

-Lo sé, la gente se ha vuelto loca... esas protestas, las cargas...

-Yo de política no sé nada. Mi ramo es otro y tú lo sabes. Aun así, me resulta curioso que se te haya ocurrido esto... ¿No te estarás planteando ser tú el Presidente, no?

Carlos Chávez tenía una apariencia rústica, como de hombre de campo. Calvo, musculoso y con la piel cuarteada por el sol. Uno de sus párpados caía plegándose sobre sí mismo como consecuencia de un navajazo mal cicatrizado y de él se decía, aunque sin confirmación por su parte, que su leve cojera se debía a a que llevaba restos de metralla en el culo, posiblemente de una herida en Irak. Había sido parte de varias fuerzas de seguridad del Estado, aunque nunca había dejado claro del todo a cuáles había pertenecido. Lo poco que Erick sabía de él, era que se trataba del contratista privado con la sangre más fría y la mente más habilidosa que se pudiera desear. Y que se podía fiar de él.

-Jajajaja, no -rió Erick, de buena gana-. No se me ocurrió a mí. Se lo inventó mi equipo mientras yo seguía en coma en el hospital. Y por lo visto funciona, porque las encuestas están mostrando una gran mejoría para Don Leo...

-Así que tu equipo ha decidido remontar la campaña de tu candidato ofreciéndole a los indecisos un mártir...

-Más o menos...

-Un mártir que eres tú...

-Eso parece.

-Y que es un mártir que no está muerto...

-¿A dónde quieres llegar?

-No... no lo sé, la verdad. Me llama la atención, eso es todo. Aquí está lo que me pediste, todo contrastado y ubicado donde tiene que estar. Esta vez, más que ninguna otra, te garantizo que no habrá cabos sueltos, ni problemas.

Erick abrió el sobre en el que se recogían los pormenores del incendio en el colegio en el que estuvo involucrada Mia. Según los datos recogidos en ese dossier, el fuego se inició por la acción de una mezcla de aldehídos y cetonas que, posteriormente, se corroboró que habían sido sustraídos del laboratorio de química y depositados, no en una papelera, como se dijo en un inicio, sino en un carro de limpieza en el que habrían reaccionado por simple contacto entre sí. Se encontraron restos de vidrio de los botes, pero no los tapones de corcho, metal o plástico. El veredicto del informe descartaba el incendio provocado de manera intencional y apuntaba a una ignición debida a la forma imprudente de descatalogar aquellos materiales.

Por lo visto, alguien habría indicado al personal de limpieza deshacerse de algunos botes sin tener en cuenta la presencia de sustancias inflamables, volátiles e inestables, y el solo hecho de tirarse juntas, en un contenedor inadecuado y prescindiendo de sus tapones, habría generado la situación perfecta para que el fuego se iniciara mientras Mia estaba con los niños de su clase. 

Había, sí, una papelera con un bote de quitaesmaltes para uñas dentro, pero el informe pericial arrojaba que ese conjunto ardió por la propagación del fuego, sin tener nada que ver con el inicio del incendio, y que había razones para creer que se trataba de un bote que estaba vacío al momento de ser desechado en dicha papelera.

-¡Esto es poesía, maricón! -Dijo Erick, chocando la palma de su mano con la de su amigo-. Es genial, es perfecto.

-Esa mujer de la que me hablaste, la del incendio...

-Es mi ex mujer. No le viene bien ningún escándalo y lo del colegio habría supuesto una situación imposible de remontar para ella...

-Entiendo. Aunque, bueno, lo del colegio ha sido algo... fortuito... como ocurren las mayores tragedias.

-Sin duda, amigo mío. Fortuito es una buena palabra para definirlo -Erick rebuscó en el sobre, en busca de más materiales-. ¿Tienes el otro informe? ¿El que cuenta lo que pasó de verdad?

-Erick... si te he dicho que esta vez no habrá cabos sueltos ni problemas es porque no he tenido que falsear nada. Lo que lees allí es lo que pasó de verdad.

OTRO INCENDIO POR LLEGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora