Golpe seco

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-¡Patrón, no me diga que este castillo también es suyo!

-No, Coromoto, ya me gustaría, pero aún no llego a tanto.

-¿Sabe? -dijo, extendiéndole un folio-. Es que si no se me olvida contárselo después. Me está gustando el colegio.

Erick cogió el papel. Era un examen de lengua puntuado con ocho y medio sobre diez.

-Mmmm... ¿Y esto te parece buena nota? -Respondió, escondiendo su satisfacción en un gesto firme, marcando la mandíbula para contener la sonrisa y entrecerrando las ojos, increpando.

-¡Es finísimo, Patrón! Yo nunca había sacado tanta nota. En mi país, cuando yo estudiaba, de carajito, los exámenes valían veinte y ni con esas llegaba al ocho, así que imagínese.

-Ya no estamos en tu país y ya no eres un niño. Tú quieres ser como yo, ¿verdad?

-Es lo que más quiero, patrón, sería arrechísimo.

-Bueno... yo no sacaba ocho y medio. Sacaba dieses y matrículas de honor. Y yo no te estoy pagando para que estudies y seas como yo, sino para que seas mejor que yo. ¿Eso dónde nos deja?

-Nojoda, patrón... yo venía ahí, todo contento, y ahora estoy espichao. ¿Es mala nota esto entonces?

-No, no lo es. Mira -Erick rebuscó en su cartera-. ¿Ves esto? ¿Cuánto es?

-Cinco por cuatro, veinte. Doscientos, patrón...

-Toma cincuenta. Cuando me traigas un diez, los otros ciento cincuenta. ¿Te parece bien?

-¡De pinga! Pero, Patrón... el próximo examen no es sino hasta el...

-¡Joder! ¿Has venido con tu hijo o con tu camello? -Robert atravesó el pequeño jardín hasta la verja donde le esperaban sus invitados.

-¿Tanto jardín y esta mierda de casa no tiene telefonillo, que nos tienes que salir a abrir?

-Lo tiene, pero yo siempre salgo a recibir a mis invitados.

-Así que aquí era -dijo Erick, recorriendo con la vista la casa completamente acristalada, a doble altura, con ribetes de acero, jardines cuidados, piscina franqueada por esculturas de mármol y una exhibición sin complejos del mobiliario interior, seguramente de diseño-. Aquí era donde vivías... con ella.

-Ah, no, no. Esta casa es de mis padres, la tenían como inversión, alquilándola para películas y esas cosas. La arreglé un poco a mi gusto después de lo del coche y todo eso. Aún le falta mucho, no estaba para entrar a vivir, pero bueno... tenía miedo de quedarme en el piso y que ella volviera, no sé... mal rollo de lo que pasó aquella noche. Bueno, ¿y tu sobrinito qué?

-Coromoto Restrepo, señor.

-Roberto Palacios -respondió, dejándolo con la mano extendida.

-Es un Latin Boy...

-¡No fastidies, Erick! ¿Por qué metemos a este tipo en mi casa?

-Y mi futuro Ministro de la Juventud, Presidente de las Juventudes, no sé, alguna mierda de puesto que Paula se está inventando. Le he traído conmigo porque quiero que hablemos del perro.

-¿De qué perro? -Coromoto pareció ilusionarse.

-Venid conmigo -Robert les hizo rodear la casa hasta entrar por una zona anexa a la cocina-. Entramos por aquí, que así nos quedamos en el bar, que yo llevo un día que no es para pasarlo en seco...

-Ya, profesor de baloncesto.

-¿Eres profesor de baloncesto?

-¿A que no es tan raro? ¿Tú has tenido profesor de baloncesto en el colegio?

OTRO INCENDIO POR LLEGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora