El Rey León

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-Está muy buena... y muy loca -reafirmó Erick, mientras veía cómo Mia y Coromoto hacían batallar sus lenguas en el medio de la pista.

-Te está dejando como un huevón delante de estos tipos, ¿te das cuenta, verdad?

-Eso es tu opinión, Paula. Nada más.

-Erick, le has prometido a ese renacuajo que le vas a sacar de pobre, a él y a sus decenas de cientos de familiares y a sus amigos y a los vecinos de sus amigos... ¿Sabrías decirme cuánta gente hay aquí? ¡Son Greemlins, joder! Y tú, eres el cornudo de la fiesta. ¡Espabila, huevón!

-Paula, Paula... no sé por qué sigo guardando la esperanza de que algún día dejes de ver catástrofes en todo...

-No, Erick, esto no se trata de mí, y ojalá fuera una catástrofe. Ojalá fuera un puto tsunami ahogándonos a todos, pero no. Es Mia, fregando el suelo con tus cojones, como de costumbre. Esto es un cagadón.

-Paula, ¿tú te acuerdas del viaje que hicimos a Kenia?

-¡Como para olvidarlo! Cuando la loca de tu exmujer no quiso ir contigo y después se dedicó a amenazar con suicidarse por los supuestos cuernos que le estábamos poniendo por haber ido yo...

-No me refiero a eso. ¿Te acuerdas de la escena de caza que el guía más o menos ayudó a provocar?

-¿Cuando bloqueó a los leones con el Jeep? Sí, claro que me acuerdo. Todavía me duele la pedazo de propina que le dimos al puto negro por generar esa situación tan de mierda...

-¿Te acuerdas de lo que nos dijo?

-Nos dijo muchas cosas, Erick, concreta, porque a tu supuesta señora ahora mismo le están restregando partes del cuerpo en el culo. ¿Acaso no ves que esto es un jodido marrón?

-Yo nunca veo marrones, Paula.

-Entonces, ¿qué ves?

-¿Yo? Yo veo formas de tener a la gente cogida por los huevos. Los leones se enfrentan para quedarse con el liderazgo del resto y eso es precisamente lo que va a pasar aquí...

-Erick, ¿qué coño vas a hacer?

-Voy a conseguirnos una banda latina, a ver a partir de hoy quién cojones se atreve a seguirme mandando balas a la oficina.

Erick se abrió paso entre la multitud que animaba el baile de Mia y Coromoto. Separó a esta con un movimiento brusco y cogió al cumpleañero por la camiseta con las dos manos, para asestarle un cabezazo en la cara que hizo que, salvo la música, el resto del ruido del lugar cesara por completo. El chico cayó de espaldas, derrapando entre los zapatos de varias personas, y un hilo rojo y brillante fluyó de su nariz. Para sorpresa de Erick, Coromoto empezó a llorar privándose, como lloraría un niño. Había acertado -o no- yendo a por el débil de la manada.

Enseguida, los invitados a la fiesta les rodearon en una especie de circo improvisado en el que casi todos -también las mujeres- blandían navajas y armas de fuego. Uno de ellos, posiblemente desarmado, cascó un botellín contra el suelo para fabricar un chuzo de cristal. Otros le siguieron replicando el mismo gesto.

-¡Malparido, gonorrea!

-¡Vamos a arreglarle la carita a este pirobo!

-¡Vente, mamagüevo! ¿Te metes con el niño? ¡Si te metes con el niño, te metes con todos nosotros!

-¡Ven, maricón! ¡Ven a darme un cabezazo con la cabeza del güevo, que te lo corto y hago que te lo comas, desgraciado!

-Este se merece una corbatica. No se asuste, papi, venga y le explicamos cómo funciona la vaina, pues...

OTRO INCENDIO POR LLEGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora