Ventana de Overton

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La raya más larga del mes se sintió como un tiro en la frente de Erick. Uno que mataba toda reticencia y le envalentonaba para desvelarle a Ruth el plan para revertir la tendencia negativa en la carrera de Don Leonardo hacia la silla presidencial. Limpió los restos de su nariz con el puño de la camisa y agradeció aquella decisión de ir siempre con camisas blancas, a prueba de esos momentos en los que el aplomo no era opcional.

Ruth aceleró el paso, como una madre que ve a su hijo a punto de caerse, hasta posar sus labios, voluminosos y rígidos por tantos y tan seguidos viales de ácido hialurónico, en la cabeza de Erick.

-¿Qué eres ahora? ¿Mi abuela?

-Ya quisieras. Desde que me pediste prestada a la loquera de mi padre para que tu mujer no te queme la casa siento... pena.

-Menos mal que el pastizal del acuerdo de confidencialidad lo pones tú.

-¿Qué tal está la pirómana?

-Sobre el viejo decrépito -Erick toreó descaradamente a Ruth- he de decir que me ha costado todas las neuronas del mes, si no las del año, dar con una solución que nos permita tener un mínimo de esperanza de salvar los muebles.

-Y esa solución es...

-Declararle loco. Mejor dicho, que se declare loco él mismo.

-Erick, sabes perfectamente que eso nos costaría la inhabilitación política...

-No tiene por qué. De hecho, no nos la va a costar, si sabemos cómo hacerlo. Tu padre se acercará a la gente a un nivel absolutamente nuevo y no lo hará solo...

-Tal vez yo debería...

-Ruth, ¿te acuerdas de por qué el aspirante a presidente es tu padre y no tú?

-Por la zorra inmunda esa, Alicia Suárez.

-¿Y por qué más? Ruth, no podemos mirar hacia otro lado ahora, después de estar tan comprometidos. En cuanto tu padre o tú poséis el culo en esa silla, nos van a pedir cuentas de todo lo que hemos acordado y lo vamos a tener que cumplir. Necesitamos que, si un buen día todos esos acuerdos saltan por los aires...

-Recaigan sobre alguien que no vaya preso...

-Y la locura declarada de tu padre sería un precedente formidable para conmutar lo que sea por una fianza de mierda...

-¿Cómo lo quieres hacer para que no le inhabiliten?

-Vamos a filtrar un informe psiquiátrico extenso, detallado, perfecto para la inhabilitación. No va a haber ni una sola coma que no indique que tu padre es un peligro para la sociedad, para la gente que le rodea, e incluso para sí mismo. Lo va a avalar la clínica de salud mental más conocida de este país, a donde van los famosos, a donde sería más que lógico que fuera tu padre...

-La López Ibor... ¿Quieres que meta a mi padre ahí para que le hagan una terapia de conversión o qué carajo tienes en la cabeza, Erick?

-Escucha... confía. El informe será falso. Tengo un contacto en la clínica, de hace tiempo, de cuando ingresamos a Mia antes de nuestro divorcio. Este contacto hará un desmentido y pedirá públicamente que no se instrumentalice a la institución con fines políticos de la gente que odia a este país, que apoya las reyertas entre bandas o que contribuye de la manera que sea a que el problema de las drogas se implante en la sociedad cada vez a edades más tempranas...

-Un discurso moralista... conservador...

-Lo más ultra que nos podamos echar a la cara.

-¿Ultra de qué lado? Porque mi padre en su mitin repartió para todo el mundo... No tenemos ningún bando viable ahora mismo.

-Ruth, ¿tú de verdad te crees que esa bola de hijos de puta que sale a quemar contenedores y tirarle piedras a la policía tiene bando? Haz memoria, joder, ¿acaso no has visto ese mismo comportamiento en la izquierda, en la derecha, en el fútbol, en la cola de un concierto? La gente violenta quiere violencia, les da igual cómo se la empaquetemos. Lo único que tenemos que hacer es...

-Darles un enemigo.

-Un contenedor que quemar, dentro habrá lo que sea. Lo agitaremos como nos salga de los huevos, con los sindicatos, con las universidades, con los nostálgicos de la dictadura...

-Los inmigrantes, los empresarios, las minorías sexuales... Erick, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a llegar?

-Cuando todo esto vaya cogiendo fuerza tu padre saldrá a azuzarlos a todos. Se declarará loco, un loco enamorado de este país, un loco que hizo un trabajo incontestable en la política de este país en el pasado...

-Eh, es que eso es cierto, y la gente lo considera así...

-Pues mejor, porque ese loco que es Don Leonardo, y que a partir de ahora le pedirá a sus seguidores que le llamen Don Leo, solo conoce un amor más grande que el amor a la patria...

-El amor a la familia...

-Eso es... anunciará ayudas de todo tipo para que se puedan formar familias como las de antaño, ya sabes...

-Hijos, casa pagada con un solo sueldo, amas de casa o amos de casa o ames de case... whatever...

-Lo que nos robaron los demás y que no quieren que recuperemos.

-¿Y si la gente se acojona? Erick, que les estamos pidiendo que hagan Presidente a un loco...

-Aquí entran los apoyos. Tengo algunos políticos en distintos partidos dispuestos a saltar la talanquera...

-¿A saltar la talanquera por mi padre?

-Joder, no. Por pasta. Esta gente va a abandonar sus partidos para ser la red de seguridad de la nueva era que vivirá este país. Con tu padre como capitán del barco, se presentarán como un muro de contención para ayudarle a luchar con cualquier posible recaída en la depresión, porque los deprimidos, los ansiosos, los bipolares, los Asperger, no pueden ser la morralla de la sociedad, sino agentes del cambio que, desde su comprensión del mundo, fuera de los cánones, totalmente disruptiva e innovadora, motoricen una transformación profunda, humana...

-Estás hablando de ampliar...

-Sí... La Ventana de Overton.

Erick giró su portátil para dejarle ver a Ruth la imagen que tenía en su pantalla

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Erick giró su portátil para dejarle ver a Ruth la imagen que tenía en su pantalla. Ruth empezó a hablar con un registro frío, como una autómata.

-En ambas direcciones hasta rozar lo impensable o, ¿por qué no? Hasta hacernos con ello... hablamos de lo aceptable y la gente hará el resto... no lo diremos jamás, pero se identificarán con ello todos... incluso ladrones, apostadores, adictos... ¡Pirómanos como Mia! Y peder...

-Más libertad -Erick interrumpió a Ruth- los renegados de la salud mental pueden gobernar. Menos libertad: no podemos oponernos a que nos gobierne un loco.

Ruth sintió cómo se erizaban los vellos de cada poro de su cuerpo y cómo su temperatura se desplomaba ante la perspectiva de intentar, no solo desafiar la Constitución, sino destrozar todo parámetro de convivencia conocido. Aquel hombre de piel oscura, pelo negrísimo y ojos verde mar, diez años menor que ella y al que ella había elegido como peón años atrás por verle destruido, despechado y manejable tras su divorcio, parecía haber ampliado sus propios límites morales hasta un punto en el que podía ser peligroso, incluso para ella.

OTRO INCENDIO POR LLEGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora