Estaba intentando concentrarme y no entrar en pánico. Sam finalmente había respondido al mensaje que le había enviado anoche.
"Emma, si me alejé es porque necesito mi espacio. Me gustas y no puedo seguir ignorando este sentimiento. Pero creo que yo a ti no te gusto y eso me lastima".
Intentaba mantener la calma, pero la noticia de Sam me golpeó con fuerza. Leí y releí su mensaje, tratando de procesar cada palabra. No estaba enojada, pero definitivamente me sentía triste. El pensar que la amistad que él me ofrecía tenía otra intención me dolía profundamente.
Consideré contarle a los chicos, pero no estaba segura de cómo hacerlo. Salí del baño y entré a la habitación de Adam. Demian estaba recostado en la cama mientras Adam estaba concentrado en su computadora.
—Ya sé por qué Sam se salió del grupo —confesé, sintiendo la necesidad de compartirlo—. Me acaba de decir que yo le gusto.
La habitación quedó en silencio por un momento. Sentí la mirada de Demian sobre mí, como si estuviera evaluando mi reacción, pero su rostro no revelaba mucho.
Adam se giró en su silla con una expresión sorprendida.
—¿De veras? —preguntó, claramente intrigado por la revelación.
Asentí con un gesto de resignación, tratando de ocultar la mezcla de emociones que me invadía en ese momento.
—Sí, así es. Parece que las cosas se han vuelto un tanto complicadas.
Demian, en silencio hasta ahora, se incorporó lentamente, sus ojos oscuros fijos en mí como si estuviera evaluando cada palabra antes de hablar.
—¿Cómo te sientes al respecto? —preguntó con su típico tono calmado, pero su mirada revelaba un interés genuino.
Tomé un momento para organizar mis pensamientos antes de responder.
—No estoy enojada, pero admito que me siento triste. Es complicado, ¿saben? Pensar que la amistad que compartíamos podría estar teñida por algo más me afecta.
Adam asintió comprensivamente, mientras Demian parecía reflexionar sobre mis palabras. Un silencio reflexivo se adueñó del ambiente, hasta que Demian retomó la conversación.
—Bueno, él es así. Siempre lanza el anzuelo a ver si alguien pica, y cuando no sucede, se hace la víctima. Probablemente, con el tiempo, se le pase.
La sinceridad de Demian no dejaba espacio para equívocos. Sus palabras eran tan directas como siempre. Observé su rostro imperturbable, buscando alguna pista en esos ojos oscuros, pero era imposible desentrañar sus pensamientos.
Adam, tomando un breve respiro, inclinó la cabeza en señal de reflexión.
—Quizás necesite un tiempo para procesarlo. Pero, ¿y tú, Emma? ¿Cómo te sientes al respecto?
Su preocupación se reflejaba claramente en su tono, y agradecí su auténtico interés.
—Estoy bien, supongo. Solo necesito digerir todo esto con el tiempo. Pero gracias por preguntar.
Demian cambió de tema y decidí bajar a la cocina para prepararme algo para comer. En cuanto entré, divisé la rosa que Demian me había regalado. La noche anterior, la había puesto en un vaso con agua para que no se marchitara. La tomé entre mis manos y respiré su suave fragancia, sintiendo un escalofrío recorrerme.
Cogí un puñado de galletas de chocolate que habíamos comprado el día anterior y un tarro de mantequilla de cacahuete que Adam aseguró que podía comer. Desde pequeña me decían que era raro, pero a mí me encantaba la mezcla de galletas de chocolate con mantequilla de cacahuete.
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Así que bésame por última vez
Romance¿Alguna vez han sentido cómo una persona repara lo que jamás rompió? Demian lo hizo, y sobre mis heridas, marcó besos que jamás se desvanecerían.