Capítulo 4

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La oscuridad comenzaba a abrazarnos cuando Sam rompió el silencio con una simple pregunta: "¿A dónde vamos?". Demian, con su ceja arqueada característica, soltó una respuesta que no esperábamos:

—Tengo hambre, necesito una pizza.

Caminamos siguiendo su figura misteriosa hasta llegar a la playa, donde descubrimos un local de pizzas con una atmósfera acogedora. Nos sentamos en una mesa y pedimos una pizza para compartir. Mientras esperábamos, noté un cambio en Demian. Ya no era el chico callado y enigmático que conocíamos; ahora, se veía más relajado, como si la playa hubiera despejado su mente. Me preguntaba qué secretos escondían esos ojos cafés que parecían llevar consigo más historias de las que podían contar.

Sam intentó romper el hielo con alguna anécdota graciosa, pero Demian apenas esbozó una sonrisa. En cambio, se sumergió en sus pensamientos, y yo lo observé en silencio, deseando descubrir más sobre el misterioso chico.

La pizza llegó, y mientras nos zambullíamos en esa deliciosa combinación de queso derretido y conversación, el ambiente se relajó, como si cada bocado disolviera las tensiones entre nosotros.

—Es extraño, tenía una percepción totalmente diferente de ti —confesó Demian, tomándose un momento entre bocado y bocado.

—La gente siempre tiene una versión exagerada de todo —respondí con una sonrisa socarrona, desafiante.

Demian soltó una risa profunda, llevando sus dedos por su oscuro cabello, y soltó:

—Lo sé, no soy tan ingenuo como para creerlo todo. Quiero decir que es fácil dejarse llevar por los chismes, pero en realidad, no eres tan mala como quieren hacernos creer.

Su respuesta fue una sonrisa burlona que dejó un rastro de misterio en el aire.

—Siempre tan a la defensiva, ¿verdad? —comentó antes de darle otro mordisco a su pizza—. Pero no todos estamos aquí para atacarte. No necesitas protegerte de todos.

Lo observé mientras se levantaba para recargar su refresco. Era esbelto, y su andar parecía cargar con la historia de su vida. Su atuendo, combinando un pantalón café claro con un suéter gris un poco más oscuro, le daba un aire misterioso.

—¿Realmente crees que pelearte con tanta gente en la secundaria fue necesario? —preguntó Sam, tomando un sorbo de su bebida.

La pregunta quedó suspendida en el aire, dejándome en silencio por un momento antes de que Demian decidiera intervenir.

—No creo que lo haya hecho por gusto —sus palabras resonaron en el pequeño local de pizzas, llenas de un misterio que me intrigaba—. Además, ella tendrá sus razones, y eso no es asunto tuyo.

Sam, con la cabeza inclinada, me miró fijamente antes de continuar su interrogatorio.

—Es solo que no entiendo por qué peleabas tanto —sus ojos buscaban respuestas en los míos.

—Si era necesario —murmuré, recordando tiempos de soledad y rumores que me empujaron al límite—. No es algo de lo que me enorgullezca, pero si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría. Estaba sola contra la secundaria y sus chismes, ya no podía soportarlo.

Demian soltó una risa sarcástica, y sus ojos chispearon con diversión.

—La heroína incomprendida del instituto, ¿eh? —comentó con una sonrisa burlona—. Pero todos tenemos nuestras propias batallas.

Sam asintió, y así continuamos nuestra cena en este rincón acogedor de pizzas. La conversación se volvió más ligera, y a pesar de la aparente frialdad de Demian, revelaba destellos de su verdadera personalidad. Poco a poco, compartimos anécdotas de nuestras vidas y risas cómplices, descubriendo capas más profundas el uno del otro.

Así que bésame por última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora