Capítulo 33

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Mientras trataba de controlar mis nervios, escuché la puerta de la casa de Adam abrirse. Todos los ojos se dirigieron hacia la entrada, y ahí estaba Sam, parado en el umbral con una sonrisa en su rostro. Sentí como si el tiempo se detuviera por un momento.

Sam saludó a todos con entusiasmo y se acercó a mí. Sentí un nudo en la garganta mientras trataba de mantener la compostura. No quería que nadie notara mi incomodidad, pero era difícil disimularlo.

Después de saludarme, Sam sacó algo de su mochila. Era un collar brillante y delicado. Me lo entregó con una mirada llena de expectativa. No pude evitar sentir una mezcla de sorpresa y confusión. ¿Por qué me estaba regalando un collar?

Agradecí a Sam con una sonrisa forzada y le pedí a Demian que pusiera el collar alrededor de mi cuello. Era hermoso, pero no podía evitar sentir que había algo más detrás de ese regalo. ¿Qué significaba? ¿Qué intentaba transmitirme Sam con este gesto?

Durante el resto de la noche, Sam se integró al grupo y conversó con todos como si nada hubiera pasado. Parecía estar disfrutando de la compañía de nuestros amigos y de la atmósfera relajada de la pijamada. Sin embargo, yo no podía dejar de sentirme incómoda cada vez que cruzaba miradas con él.

Intenté mantener la calma y disfrutar de la noche, pero la presencia de Sam me afectaba más de lo que quería admitir. Sentía como si su cercanía me causara rechazo, como si algo en mí se resistiera a aceptarlo.

Adam sugirió que fuéramos a una feria que estaba en la playa y todos accedimos, de camino me fui con Demian conversamos y nos reímos como siempre, no podía evitar sentirme segura con él, pero cada vez que lo miraba a los ojos la culpa me invadía.

Una vez en la feria, disfrutamos de las atracciones y juegos. Demian y yo nos divertimos juntos, subiéndonos a las atracciones y compartiendo risas. Sin embargo, la mirada de Sam arruinaba mis momentos de felicidad. Sentía que me juzgaba o que me amenazaba con su mirada.

Al rato encontramos un juego de dispararle a unas latas Demian se destacó tirándolas todas y ganándose el premio mayor, el cual me lo regalo era un peluche precioso, le agradecí abrazándolo y besándolo en la mejilla, me sonreí al ver que sus mejillas tomaban un tono carmesí, ya que jamás había sido así de demostrativa con él enfrenté a nuestros amigos.

Luego, decidimos seguir explorando la feria. Estábamos a punto de irnos cuando comenzó a temblar fuertemente. Por instinto, me aferré a Demian y él me abrazó con fuerza. Fue la primera vez en mi vida que me sentí segura. El temblor continuó, cada vez más fuerte, y Demian puso su mano sobre mi cabeza y me apretó contra su pecho. Podía sentir su respiración agitada y su corazón latiendo rápido. Empecé a sollozar y Demian simplemente siguió abrazándome, brindándome consuelo en ese momento de miedo.

Cuando el temblor finalmente cesó, Demian tomó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas. Caminamos en silencio hacia la casa de Adam, Sam y Adam entraron primero, y justo cuando iba a entrar, Demian tomó mi brazo y acarició mi mejilla. Sentí cómo mi cuerpo se estremecía.

—Tal vez no te has dado cuenta—dijo Demian antes de humedecer sus labios con su lengua—. Pero mientras estés conmigo, nada te pasará nunca.

Intenté decir algo, pero en cuestión de segundos, tenía los labios de Demian a centímetros de los míos. Su respiración cosquilleaba mis labios y se acercó a mí para besarme suavemente. Fue un beso corto, pero lleno de amor.

—¿Sientes cómo late mi corazón?—preguntó, colocando mi mano sobre su pecho—. Te cuidaré con cada latido.

Mi cuerpo se tensó ante sus palabras. Desde la primera vez que me dijo esa frase, nunca había salido de mi mente. Pero esta vez, en lugar de tranquilizarme, me llenó de tensión. Pensar que lo había traicionado, aunque no lo recordara, me partía el corazón. Ya no podía más con este secreto. Tenía que soltarlo todo.

—¿Van a entrar?—preguntó Sam asomándose por la puerta.

—Ya vamos—respondió Demian acercándose a mi oído—. Me debes un beso, con ese no me conformo.

Mi cuerpo se heló y caminé detrás de él. El ruido de la puerta cerrándose detrás de mí me inquietó. Era como si sintiera que caminaba hacia mi perdición. La culpa ya no me dejaba en paz. Tenía que decírselo. Cuando todos se durmieran, le diría lo que había pasado.

Así que bésame por última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora