Mis mejillas comenzaron a arder, y sentí cómo el calor invadía mi cuerpo. ¿Hay un momento más incómodo que cuando te cantan "cumpleaños feliz"? ¿Qué cara hay que poner? ¿Qué hay que hacer? Esperaba con todas mis ganas que ese momento terminara.
Veía a mi tía, mi prima y mi madre cantándome, tan emocionadas que solo deseaba que mi cumpleaños me emocionara, al igual que a ellas. Al terminar de cantar, comenzaron a pedir los deseos.
Uno normalmente pide tres deseos, pero yo solo tenía uno en mente.
"Deseo ser realmente feliz."
Soplé las velas, y los aplausos comenzaron a llenar la habitación. Mamá se acercó con regalos y los dejó a mi lado, mientras mi tía hacía espacio para que pudiera abrirlos. La mezcla de emociones en ese momento era abrumadora, pero estaba feliz de poder compartir este momento con ellas. Comencé a sacar los regalos uno por uno, sintiendo la expectación en el aire.
—¡Ese es mío! —exclamó mi prima emocionada al ver que saqué una linda polera con encaje de una bolsa de regalo.
La polera estaba realmente hermosa, de color negro, con un escote en V que dejaba mucho a la vista, pero no lo suficiente. Agradecí y abrí el siguiente regalo.
—Este es de parte de tu tía y yo, cariño. Esperamos que te guste —dijo mi mamá con una sonrisa mientras entregaba un paquete elegantemente envuelto. Al desenvolverlo, descubrí un conjunto de joyas plateadas. Eran sencillos pero elegantes, y su brillo capturaba la luz de la habitación. Agradecí a mi tía y a mi mamá, sintiéndome afortunada por tener a personas tan amorosas a mi alrededor.
—Ahora el último —dijo mi prima con entusiasmo. Abrí el último regalo y me encontré con una tarjeta que decía: "Para la chica más valiente que conocemos". Al abrirla, descubrí que era una tarjeta de regalo para una librería local.—Espero que encuentres muchas aventuras dentro de estas páginas —explicó mi prima.
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras agradecía a todos por los maravillosos regalos. Sentí la calidez de su amor y apoyo, y por un momento, la carga emocional de los últimos días pareció aligerar. La celebración continuó con risas, abrazos y el disfrute de un delicioso pastel de cumpleaños. Ya se estaban dando las seis de la tarde cuando mi teléfono comenzó a sonar.
—Hola Sam, ¿Qué paso?
—Hola, Emma. ¿Estás disponible? —preguntó con notorio interes en su voz.
—Sí, incluso estaba por llamarte...
Su voz emocionada me interrumpió antes de que pudiera terminar mi frase.
—Perfecto, alguien quiere conocerte, así que estaremos ahí en 5 minutos —dijo antes de colgar la llamada.
A los pocos minutos, oí un golpeteo en la puerta. Me despedí de mi familia y me dirigí a abrir. Los nervios me invadieron al ver frente a mí a Demian, con una sonrisa de lado.
—¿Estás lista?
—¿Sabías que uno saluda primero?—reclamé
—Hola Emma—respondió sarcásticamente mientras colocaba sus ojos en blanco—. ¿Estás lista?
—Pero... ¿Dónde está Sam?—pregunte extrañada
—Solo cállate y sígueme—insistió mientras comenzaba a caminar rápidamente, cerré rápidamente la puerta de casa y camine junto a él.
Continuamos en silencio hasta un pequeño local cerca de la casa de mis padres y nos quedamos afuera. Vi a Sam con otro chico dentro comprando e iba a entrar a saludarlo cuando Demian tomó mi mano.
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Así que bésame por última vez
Romans¿Alguna vez han sentido cómo una persona repara lo que jamás rompió? Demian lo hizo, y sobre mis heridas, marcó besos que jamás se desvanecerían.