Prólogo

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La luz de los faroles iluminaban la calle, y el silencio de la noche entumecía mis oídos. El ruido de las olas lo único capaz de romper el silencio acompañado de mis pensamientos, gritos silenciosos dentro de mi cabeza que me decían que todo era mi culpa.

Las lágrimas ya no corrían por mis mejillas mientras las luces rojas y azules me cegaban, no había tráfico y las calles se veían tranquilas. Mientras los policías hablaban entre ellos, yo iba sentada atrás esperando que el dolor disminuyera.

Jamás pensé que mi día acabaría así, yendo a casa en una patrulla.

A veces la vida nos golpea, nos arrebata lo que más queremos, a las personas que amamos. Nos damos cuenta de lo frágil y efímera que es, nos aferramos a lo que algunas vez fue y a los recuerdos de lo que jamás volverá a ser. Como un fugaz rayo que nunca vuelve a caer en el mismo lugar, cada encuentro con una persona es un instante irrepetible y efímero.

Buscamos repetir emociones, momentos y conexiones, buscamos sensaciones que nos hagan sentir vivos de nuevo o talvez que nos den los ánimos de querer vivir, intentamos recrear sensaciones y teletransportarnos a un momento en específico, a ese momento donde todo se detuvo, donde la felicidad era lo único que importaba, pero eso no es posible por qué...

No encontrarás a la misma persona dos veces, ni siquiera en la misma persona.

Así que bésame por última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora