Capítulo 19

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Era sábado y aún no tenía noticias de Sam. Había desaparecido del grupo y no respondía a ninguno de nuestros mensajes. Mientras tanto, en la sala de mi casa, Demian se entretenía jugando con sus dedos, esperando pacientemente a que terminara de arreglarme, ya que habíamos quedado en ir a casa de Adam.

—Emma, vamos a la casa de Adam, no a un desfile de moda —comentó, burlonamente, mientras fruncía el ceño.

—No me apures, es tu culpa por llegar antes —refunfuñé, tratando de terminar rápido.

—Si llego tarde te enojas, y si llego temprano también. Mujeres —dijo, con un gesto divertido, aunque con un dejo de verdad en sus palabras.

Le mostré la lengua de manera burlona y Demian respondió con el mismo gesto, en un intercambio amistoso.

—Eres una inmadura, Seri —comentó, mostrándome la lengua de vuelta.

El apodo me golpeó como veinte puñetazos en el estómago. Sentí una incomodidad repentina.

—¿Cómo sabes de ese apodo? —pregunté, mi voz sonaba intranquila.

Demian se acercó un poco, su expresión reflejando preocupación.

—A las Seraphine les dicen así, ¿no? —preguntó, con una mirada inquisitiva—. ¿Está todo bien?

Escucharlo decirme "Seri" movió algo en lo más profundo dentro de mí. El hecho de que de su parte no me molestara tanto era desconcertante.

—Mi abuelo me llamaba así, era el único que lo tenía permitido —confesé, con una nota de nostalgia en mi voz.

—Lo lamento, Emma —expresó Demian, su tono cargado de angustia.

—Demian, puedes decirme Seri, me gusta cómo suena —aclaré mi garganta antes de continuar—. Me agrada cuando lo dices tú.

Los ojos de Demian se nublaron, mostrando una emoción contenida que parecía luchar por salir. Se acercó a mí, y su cercanía aceleró los latidos de mi corazón. Podía sentir su aliento cerca de mí, casi tan palpable como su presencia.

Sin previo aviso, depositó un beso suave en mi frente. El roce de sus labios sobre mi piel me hizo estremecer, generando un cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo.

—Se te ve hermoso el delineado —susurró, su aliento cálido rozando mi oído.

La proximidad de Demian, sus palabras y gestos inesperados, me dejaron atónita. Sus labios rozando mi piel y su dulce comentario eran un torbellino de sensaciones que me dejaron sin palabras.

Lentamente, se separó de mí y regresó a sentarse en el sillón. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, revelando un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha.

La caminata a casa de Adam transcurrió rápida, pero con Demian a mi lado, el tiempo parecía detenerse. Hablábamos sobre sus videojuegos favoritos, y sentía un cosquilleo de emoción cada vez que mencionaba "debemos jugar este juego". Me encantaba cuando me incluía en sus planes.

En nuestro trayecto, nos topamos con un adorable gatito gris. Lo llamé y él se acercó ronroneando, disfrutando de las caricias que le ofrecía.

—Hola, pequeño. ¿Quieres un poco de cariño? —dije agudizando mi voz, concentrada en el felino.

Sin embargo, al levantar la mirada, noté que Demian ya no estaba a mi lado. Busqué a mi alrededor, algo inquieta por su repentina desaparición. Para mi sorpresa, lo vi cruzando desde la plaza de enfrente.

—Mierda, Demian, me asustaste —refunfuñé, tratando de ocultar mi preocupación.

—Refunfuñona —respondió con una sonrisa ladeada—. Mira lo que encontré, creo que te encantará.

Así que bésame por última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora