𓍯𓂃 ᶜⁱⁿᶜᵒ

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FELIX

— Nada — dijo Jisung —. Ni una palabra, ni un susurro.

Seungmin, Wonyoung y yo incluso hemos tanteado el terreno entre los más jóvenes, pero no corre ningún rumor sobre ti. Al menos, nada que tenga que ver con Hwang Hyunjin.

Jisung estaba sentado en el asiento del copiloto y yo en el del conductor en el Corvette del 65 de Minseo. Había venido a casa conmigo para ser mi escudo el viernes familiar; o, como a mí me gustaba llamarlo, la cena de los malditos.

En el garaje, la radio sonaba en mi Dodge Neon verde del 98. El Corvette de Minseo aún conservaba su radio original; es decir, una mierda, pero el resto del coche era bestial. Tenía un aspecto increíble, pero no funcionaba. Gracias a Hwang Hyunjin, mis posibilidades de arreglarlo iban disminuyendo día a día. Apreté el volante con fuerza y recordé la promesa que me hizo Minseo.

— No pasará nada, Felix — había dicho Minseo mirando hacia mi pie —. Solo es un despliegue de seis meses.

— Estoy bien — había contestado yo mientras parpadeaba tres veces. No quería que se marchara. 

Minseo era la única persona en el mundo que comprendía la locura de nuestra familia, además era el único capaz de mantener la paz entre Jiwoo, nuestro padre y yo.

— La próxima vez intenta controlar ese tic que delata que mientes — dijo él carcajeándose —. Un día de estos papá se dará cuenta.

— ¿Escribirás? — pregunté yo para cambiar de tema.

— Y hablaremos por Skype — se limpió las manos con un trapo ya grasiento y se incorporó —. Te diré una cosa. Cuando vuelva a casa y termine el coche, podrás ser la primera en conducirlo. Después de mí, claro.

Mi hermano regresaría a casa siempre y cuando su coche estuviera esperándole.

Mis sueños murieron con él en una carretera desolada de Afganistán.

— ¿En qué piensas? — me preguntó Jisung.

— En Hwang Hyunjin — mentí —. Ha tenido toda la semana para contarle a todo el instituto lo de mis cicatrices. ¿A qué crees que espera?

— Tal vez Hyunjin no tenga a nadie a quien contárselo. Es un chico de acogida que toma drogas y que necesita clases particulares.

— Sí, tal vez — respondí yo —. O tal vez estuviese esperando el momento perfecto para convertir mi vida en un infierno.

Jisung empezó a juguetear con sus anillos, lo que significaba que estaba nervioso.

— ¿Qué? —  pregunté.

Tuve que esforzarme para oír la respuesta que murmuró.

— Se lo dijimos a Jake.

Los músculos de mi cuello se tensaron, y tuve que soltar el voltante por miedo a hacer pedazos el plástico.

— ¿Que hicieron qué?

— Va a nuestra clase de Lengua. En vez de corregirnos los exámenes la una a la otra, Seungmin, Wonyoung y yo estábamos hablando de la historia con Hyunjin y las cicatrices y... Jake oyó algunas cosas.

Al ver que yo no decía nada, Jisung continuó.

— Esas cicatrices no son culpa tuya. no tienes absolutamente nada de lo que avergonzarte. Tu madre sí, y posiblemente tu padre también, ¿pero tú? Nada. Jake ya sabía que tu madre era una psicótica y nunca se lo dijo a nadie. Es un imbécil, pero hasta él pudo imaginar que tu madre te hacía daño.

ROMPIENDO LAS REGLAS    ୨୧  ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora