𓍯𓂃 ᑫᵘᶦⁿᶜᵉ

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FELIX

Estaba de pie frente al vestuario, con las manos sudorosas y golpeando el suelo con el pie sin poder parar. ¿Por qué le había dicho a mi padre que había vuelto al equipo de baile?

Mi expediente. Quería, no, necesitaba, no, estaba totalmente obsesionado con ver mi expediente. Aquel día Hyunjin se había cruzado conmigo en e pasillo, me había sonreído y había murmurado: <<Hecho>>. Había logrado cambiar su cita al hueco anterior al mío. Ahora teníamos que tramar un plan.

La puerta del vestuario se abrió y de dentro salió Seungmin con otras dos personas de último curso.

— Mueve tu culo de ahí dentro y vístete. Calentaremos en cinco minutos.

— Estaba a punto de entrar — en una novela de Stephen King. Un chico lleno de cicatrices intenta volver a su vida normal, pero descubre que su vida normal ya no lo quiere.

— Hola — dijo una voz débil desde el otro lado de la sala.

— Hola — respondí yo.

Habría preferido ver reposiciones de telecomedias malas de los años setenta antes que tener que atravesar el vestuario para vestirme, pero quedarme allí de pie como un idiota tampoco me parecía la mejor opción. ¿Por qué no podría tener a seguridad de Hyunjin? A él no le importaba lo que pensaran los demás.

Me faltaba seguridad, per podía fingir. <<Finge que eres Hyunjin>>, me dije.

Levanté la cabeza y atravesé el vestuario abarrotado en dirección al cuarto de baño, donde pensaba cambiarme en uno de los retretes privados.

Intenté ignorar la tensión provocada por aquel paseíllo, cerré la puerta del retrete y me cambié.
Por suerte, el vestuario se había vaciado cuando salí para unirme al calentamiento. En el pasillo dos estudiantes de tercero se reían junto a la fuente.

— ¿Puedes creerte que Lee Felix va a volver al equipo de baile? Qué pesadilla.

— Pues sí, porque Jake está colado por él y eso le da una excusa para fingir que no es un bicho raro.

Volví a meterme en el cuarto de baño. Tenía el corazón en la garganta, el estómago al revés y mi seguridad fingida hecha pedazos.

Volví a ponerme los vaqueros, la camisa de algodón y la camiseta y me dediqué a vagar por los pasillos.

Doblé una esquina y una parte de mi alma respiró al ver las obras de arte que poblaban las paredes. Seguí el rastro de cuadros y dibujos hasta la que solía ser mi clase favorita, la de arte.

Contemplé cada cuadro. Admiré cómo el primero utilizaba las sombras. Cómo el segundo prestaba atención a los detalles. ¿Y el tercero?

— Me alegro de verte, Felix — mi antigua profesora de arte, Lisa, salió del cuarto oscuro que conectaba con la clase y se abrió paso entre los caballetes y las mesas hacia mí.

Yo señalé el tercer cuadro.

— ¿Un expresionista abstracto?

Su risa escandalosa resonó por la habitación. Se ajustó las gafas y dijo:

— Una estudiante perezosa que pensaba que el arte sería un sobresaliente fácil. Dice ser impresionista.

ROMPIENDO LAS REGLAS    ୨୧  ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora