𓍯𓂃 ᵘⁿᵒ

209 15 0
                                    

FELIX

— Mi padre es un maniático del control, odio a mi madrastra, mi hermano está muerto y mi madre... bueno... tiene problemas. ¿Cómo crees que me siento?

Así es como me habría gustado responder a la pregunta de la señorita Eunha, pero mi padre le ha dado siempre demasiada importancia a las apariencias como para poder responder con total sinceridad. En su lugar parpadeé tres veces y dije:

— Bien

La señorita Eunha, la nueva trabajadora social clínica del instituto Signature, actuó como si yo no hubiera hablado. Empujó una pila de expedientes hacia un lado de su escritorio, ya de por sí abarrotado, y examinó diversos papeles. Mi nueva terapeuta tarareó cuando encontró mi expediente, de seis centímetros de grosor, y se recompensó a sí misma con un trago de café. El aire apestaba a café barato y a lápices recién afilados. 

Sentado a mi derecha, mi padre miró el reloj, y a mi izquierda la Estúpida Irritante comenzó a impacientarse. Ya había faltado a clase de Cálculo, mi padre había faltado a una reunión muy importante, ¿y mi madrastra inaguantable? Estoy seguro de que ella le faltaba algo de cerebro.

— ¿No te encanta el mes de enero? — preguntó la señora Eunha mientras abría mi expediente —. El año nuevo, un mes nuevo, una hoja en blanco para empezar de cero — siguió hablando sin esperar una respuesta —. ¿Te gustan las cortinas? Las he hecho yo — vaya que no se cansaba —.

Con un movimiento sincronizado, mi padre, mi madrastra yo nos volteamos hacia las cortinas azules de lunares blancos que colgaban las ventanas que daban al estacionamiento de estudiantes. Para mi gusto, parecían sacadas de Teen Beach Movie . Ninguno de los tres respondimos, y nuestro silencio formo una atmósfera incomoda.

El celular de mi padre vibró en ese momento. Jiwoo jugó con sus dedos sobre su tripa hinchada y yo me dediqué a leer diversos carteles pintados a mano que colgaban en la pared con tal de no prestarle atención a ella.

La suerte para triunfar en la vida se llama... creer en ti o largarte del país robando un banco con mucho dinero

De acuerdo, lo último no aparecía en el cartel, pero pareciera la mejor opción.

La señorita Eunha me recordaba a un perro Labrador crecido, con su pelo rubio y su actitud demasiada amable.

— Las notas de Felix en los exámenes de acceso a la universidad son fabulosas. Deberían estar orgullosos de su hijo — me dedicó una sonrisa sincera.

Mi sesión de terapia había comenzado oficialmente. Hacía casi dos años, después del accidente, los Servicios de Protección al Menor habían <<recomendado encarecidamente>> una terapía; y mi padre había descubierto que era mejor decir que sí a algo <<recomendado encarecidamente>>. Yo solía ir a terapia como la gente normal, en un despacho independiente de la escuela. Pero, gracias a un exceso de fondos del Estado de VillyTown y a una trabajadora social muy entusiasta, había pasado a formar parte de este programa piloto.
Que suerte la mía.

Mi padre se incorporó en su asiento.

— Su nota en Matemáticas fue baja. Quiero que vuelva a hacer los exámenes.

— ¿Hay algún baño cerca? — intervino Jiwoo —. Al bebé le encanta sentarse en mi vejiga.
En realidad, a Jiwoo le encantaba ser el centro de atención. La señorita Eunha le dedicó una sonrisa forzada y señaló hacia la puerta.

— Salga al pasillo principal y ahí gire a la derecha.

— Señor Lee — continuó la señorita Eunha —, las notas de Felix están muy por encima de la media nacional y, según su expediente, ya ha solicitado plaza en las universidades que él ha elegido.

ROMPIENDO LAS REGLAS    ୨୧  ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora