𓍯𓂃 ᵈⁱᵉˢᶜⁱˢᵉⁱˢ

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HYUNJIN

Había visto a mis hermanos. ¿Quién diría que podía ocurrir un milagro? Y volvería a verlos el segundo sábado de febrero. Aquello merecía una celebración. Esperaba que Chan tuviera algo de hierba, porque pensaba armarme el porro más grande que jamás hubiéramos visto.

Al estar fuera de la casa, todas las luces estaban encendidas, lo que era una mala señal. Entré al salón y vi las toallas cubiertas de sangre.

— ¿Qué carajos...?

Chan apareció al instante junto a mí.

— El muy hijo de puta le ha dado una paliza.

— Estoy bien - dijo Yuna con voz temblorosa. Estaba sentada en la cocina con el brazo extendido sobre la mesa. Su tía Jiyu estaba curándole varios cortes y quemaduras de cigarrillo.

A Yuna le temblaba el cuerpo como si tuviera un ataque epiléptico. Tenía el lado derecho de la cara magullado, arañado e hinchado, igual que el ojo, casi cerrado.

— El nuevo novio de mi madre lleva un anillo de graduación. Debe de habérselo robado a alguien.

— Hijo de puta. ¿Por qué diablos fuiste a casa, Yuna? Sabías que ese idiota te traería problemas — di tres pasos y me arrodillé junto a ella en la cocina.

— Era el cumpleaños de mi madre y el muy bastardo no quería compartirla, así que... — se encogió de hombros.

Yo sentí la rabia desgarrada por todo mi cuerpo.

— ¿Cuándo viene la policía?

— No va a venir — dijo Jiyu. Colocó una gasa sobre una quemadura y la pegó con esparadrapo.

Yo intente mantener el control.

— ¿Y por qué no?

— Yuna tiene dieciséis años y su madre estaba allí. Encerrarán a mi hermana junto a ese novio suyo. No apruebo su modo de vida, pero no enviaré a mi hermana a prisión y Yuna tampoco está interesada en ello.

El teléfono sonó una vez, dos veces, tres veces. Dejó de sonar y entonces en el móvil de Yuna comenzó a sonar Lovesong de The Cure; era el tono de llamada de su madre.

— No para de llamar. Quiere que vuelva a casa.

— ¿Qué? — pregunté yo.

— El novio se cansó de pegarme y se quedó dormido, se desmayó o lo que fuera. Probablemente se haya despertado y eche de menos su piñata.

Me froté el cuello para intentar aliviar la rabia.

— Llama a la policía, Yuna.

— ¿Y qué crees que será de Chan y de ti si lo hace? — preguntó Chul al entrar en la cocina, con el pelo húmedo debido a su ducha reciente —. Tu trabajadora social ha estado husmeando últimamente, Hyunjin. Si llamamos a la policía, averiguarán que Yuna ha estado viviendo aquí. Chan y tú tendrían que irse.

— No puedo perderlos, chicos — dijo Yuna con la voz rota. Estaba allí sentada, sangrando, porque nos quería.

Me puse en pie y le di un beso a Yuna en la coronilla.

ROMPIENDO LAS REGLAS    ୨୧  ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora