𓍯𓂃 ᶜᵃᵗᵒʳᶜᵉ

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HYUNJIN

Me apoyé contra mi taquilla y observé a los estudiantes que se dirigían a comer. Chan y Yuna estaban frente a mí, junto a las puertas laterales, esperando a que el pasillo quedase vacío. Si Echo pasaba por su taquilla antes de comer, tendría que pasar por aquella zona desierta para ir a la cafetería. Necesitaba saber si había retrasado su sesión.

Me ponía nervioso. Se había negado a mirarme a los ojos durante clase de Cálculo y había salido huyendo del aula nada más sonar el timbre. Tras su confesión del día anterior, había abandonado la oficina. Había logrado relajar su cuerpo cálido junto al mío, y de pronto desapareció.

— ¿Estás escuchándome, tío? — preguntó Chan. Dos rubias pasaron por delante murmurando entre sí. Una de ellas puso cara de asco al ver los tatuajes en los brazos de Chan. Él sonrió con suficiencia mientras admiraba sus pechos.

— Sí — no. 

— No es verdad — dijo Yuna —. Estás buscando a Lee Felix — frunció el ceño —. ¿Te la has tirado ya?

— No — la mirada que le dirigí habría hecho que los jugadores de rugby se cagaran en los pantalones. Agitó el cigarrillo apagado que tenía en la mano, ansiosa mientras esperaba a que los profesores entraran en la cafetería para poder abrir la puerta lateral.

— ¿Por qué estás tan obsesionado con él? Cada vez que se acerca lo miras como si fueras el Coyote y él el Correcaminos. O te lo tiras o sigues con tu vida. Ese chica. y tú nunca serán reyes del baile. 

Podríamos haberlo sido. Si la vida fuese diferente, si mis padres no hubieran muerto, si a mi no me hubiera jodido el sistema, si... Mejor olvidarme de las alternativas.

— Es mi profesor particular y me está ayudando con algunas cosas. Déjenlo en paz. — No me digas que no has pensado en ello, tío. Está... ¿Cómo lo dijo Beth? Tiene un cuerpo de escándalo — dijo Chan. 

Yuna deslizó la mano izquierda por debajo del codo de Chan y encendió el mechero. Chan dio un respingo y apagó las llamas de su camisa.

— Estás loca. 

— Completamente loca — respondió ella. 

El pasillo por fin quedó libre de alumnos y de profesores. Yuna abrió la puerta lateral, asomó la cabeza y encendió el cigarrillo —. Tal vez lleves demasiado tiempo solo. ¿Qué fue de esa tal Bella?

— No vamos a pasar otra vez por lo de Bella. ¿Recuerdan lo pesada que se puso? — preguntó Chan.

— Sí, lo había olvidado — dijo ella tirando la ceniza al suelo —. Bella está fuera de la lista. ¿Qué me dices de Taehyun? Básicamente salía corriendo por la puerta cada vez que Chan y yo bajábamos.

— Fui yo quien se tiró a Taehyun, no Hyunjin. Él tenía a Rosé. 

Nuestro paseo por el recuerdo apestaba.

— No me siento solo ni necesito de alguien. Déjalo, Yuna.

— No me importa si te tiras a Felix. De hecho, yo pasaré la noche en casa de mi madre y Chan dormirá en el dormitorio, si necesitas privacidad durante toda la noche. Pero hay una cosa que debes saber, Hyunjin. Puede que Felix sea un marginado desde que se convirtió en suicida y todo eso, pero sigue siendo un chico popular. Pasará de ti y acabará tratándote como a una mierda — dio otra calada —. A la gente como nosotros solo pueden rompernos el corazón un número determinado de veces, y él lo hará.

Noté la tensión en la nuca.

— Por última vez, no me voy a tirar a Felix ni a nadie. Pero, si vuelves a llamarlo suicida, prenderé fuego a todos los paquetes de tabaco que compres.

ROMPIENDO LAS REGLAS    ୨୧  ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora