26 Al otro lado del cilencio

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En una mesa estaba un papel y un bolígrafo, Pinkie estaba de pie y un abogado esperando que firmara.

Abogado — bien señorita Pinkie Pie si es tan amable de firmar.

Pinkie sonrió, vio a su alrededor, era su casa sus recuerdos.

Pinkie — ya me lo esperaba pero me sorprende que estén hoy aquí.

Pinkie firmó el papel, el abogado lo metió en un portafolio.

Abogado — sabes esta es la parte más difícil de mi trabajo.

Un camión se parqueo frente a la casa de Pinkie, esa casa que parecía abandonada, pero por dentro si parecía que estaba habilitada.
Un grupo de hombres entraron a la casa, el abogado los miro Pinkie no volteo a verlos.

Abogado — bien muchachos ya saben qué hacer.

Los hombres fornidos se adentraron más a la casa de Pinkie, ella aún de pie mientras ellos procedieron a llevarse todos los muebles, los hbred llevaba un sofa, uno de ellos le hablo.

Hombre 1 — disculpe podría dar permiso de pasar.

Pinkie se quitó de el camino mientras llevaban una mesa también y varias sillas Pinkie camino en su casa que ahora estaba llena de extraños.

Llegó a la sala mientras a su lado pasaron con la televisión, en la sala ya no había nada ella miraba con tristeza el vacío que había de esos recuerdos que vivió con sus padres, los sábados viendo televisión, sentados en el sofá que ahora ya no estaba, detrás de ella por las escaleras bajaban camas mesas, hasta que todo quedó en silencio en su cara una sonrisa fingida mientras unas lágrimas rodaban por sus mejillas.
Camino en esa soledad ya comenzaba a atardecr, se sentó en el suelo recostanda en la pared.
Su panza comenzó a rugir como León hambriento.
Pinkie se sostuvo el vientre, ya que no había comido nada desde el día anterior. Le hablo a su estómago con una sonrisa.

Pinkie — tranquilo amiguito mañana comeremos.

No pudo soportar más la tristeza y se puso a llorar recostada en sus piernas.

Por la ventana entraba la luz de la luna, Pinkie se quedó dormida, con lágrimas en sus mejillas y una sonrisa de alegría se dibujó en su rostro.
En sus sueños abrazaba a su padre y madre y era feliz.

Gerar estuvo llamándola toda la noche pero no contestaba por qué la operadora decía que ese teléfono no estaba disponible en ese momento, pero no sé rindió pero el sueño le ganó.

En la mañana estuvo intentando, sin saber que el teléfono de Pinkie se había quedado sin batería.
Fue a la pizzería de las sierenas, no la habían visto, fue al parque pero no estaba ahí, también fue donde la abuela, la cual le dio una dirección, seguro era la casa donde ella vivía y se puso en camino.

Sostuvo el teléfono frente a su cara, de fondo tenía la foto que se había tomado con Pinkie en la feria.

Gerar — donde estás pinkie? Porque no te puedo encontrar.

Una llamada entro de un número desconocido.

Un Amor de algodón de azúcar azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora